En tiempos donde el diseño arquitectónico suele asociarse con lujo, especulación y exclusividad, Andrey Kuri y su firma Espacio Kuri Arquitectos recuerdan que la arquitectura también puede ser y debe ser un acto profundamente social. Una forma de reconstruir no solo estructuras, sino también comunidades, memorias y futuros.
Desde la Ciudad de México, pero con un alcance nacional, Andrey Kuri ha trazado un camino que combina innovación, excelencia técnica y un claro compromiso con el bienestar colectivo. Su trabajo reciente en Acapulco, uno de los destinos más golpeados por el huracán Otis, revela una forma de ejercer la arquitectura con sensibilidad ante la emergencia y la necesidad.
Proyectos como Maralinda, Ocean Front, Marena y Maralago no son solo propuestas estéticas, sino que son respuestas inteligentes y sostenibles a un entorno devastado, siendo evidencia de que el diseño puede sanar.
Uno de sus desarrollos más emblemáticos un nuevo hotel en la Bahía de Caleta, con 136 habitaciones y espacios integrados con la naturaleza, demuestra que el lujo y la conciencia ambiental no están peleados. Que es posible construir con respeto, belleza y propósito.

Kuri ha sabido reunir a un equipo multidisciplinario capaz de responder a estándares internacionales, sin perder de vista el contexto mexicano. Su arquitectura no es importada, es local, pensada para los retos y posibilidades del territorio. Y va más allá del diseño. Su colaboración con Fundación Origen y Water Saves Life, así como la creación de empleos para quienes perdieron todo tras el desastre natural, refuerzan su idea de que no hay arquitectura sin comunidad
Deja un comentario