En un país donde los ecocidios son la normalidad del progreso y las expansiones urbanas poco contemplan la sustentabilidad del entorno, poder contar con más de 150 mil hectáreas de campo bravo es una necesidad primordial para nuestra subsistencia como humanidad.

Sir Paul McCartney dijo: “Puedes juzgar el verdadero carácter de un hombre por la forma en la que trata a sus compañeros animales”. En México no existe mejor trato para los animales que el de los ganaderos de toros de lidia. Una tradición, de cuidado y procuración al medio ambiente, que data del año de 1528 con la fundación de la ganadería de Atenco por el propio Hernán Cortés, la ganadería de reses bravas más antigua del mundo aún en funcionamiento.
En un país donde los ecocidios son la normalidad del progreso y las expansiones urbanas poco contemplan la sustentabilidad del entorno, poder contar con más de 150 mil hectáreas de campo bravo (información de la Asociación Nacional de Criadores de Toro de Lidia) es una necesidad primordial para nuestra subsistencia como humanidad. r ello, nos dimos a la tarea de platicar con Julio Uribe: uno de los jóvenes que inspiran a México y quien cuenta con una tradición ganadera heredada, administrando la ganadería de Torreón de Cañas, junto a su padre y su familia.

Tal vez la primera pregunta que todos se hacen es: ¿Qué es un toro de lidia? A lo que Julio nos explica:
Se remonta a su especie bovina donde existen diferentes razas como pueden ser: angus, hereford, lecheros. La raza de lidia, es una raza independiente a todas las demás; que ha sido modificada a través de los años, desde que existen las corridas de toros. El toro bravo tiene la peculiaridad de que es un animal extremadamente agresivo, por ende, tiene que vivir en condiciones silvestres, lo más libre posible. Requiere de mucha observación y de mucho cuidado porque, obviamente, conlleva un riesgo muy alto el manejarlo.
¿Cómo vive un toro de lidia a diferencia de las demás especies bovinas?
El toro bravo nace silvestremente, en el campo, en grupos de 20 vacas con un semental, y ahí crece -junto a la mamá- hasta que tiene 8 meses se hace el destete para dividir a las hembras de los machos, en potreros diferentes, donde comienza su época de crecimiento. Se pueden alimentar del pasto y se complementa su alimentación con diferentes alimentos como pueden ser granos (cebada, avena, maíz…). Una vez llegada su edad adulta al toro se le corre para mejorar su condición como si fuera un atleta. El toro debe ser lo menos manipulado durante su vida por el hombre, nunca ve un ruedo ni un capote en la ganadería, la única vez que ve un ruedo es cuando se lleva a una plaza de toros. No se le adiciona ningún tipo de químico ni de hormona.

Al crecer silvestre, el toro de lidia convive y coexiste con diferentes especies animales. A las cuales, gracias a su bravura protege y resguarda de forajidos, cuatreros y bandidos, permitiéndoles florecer y vivir sin la intromisión del ser humano. Por ello, Julio nos platica un poco de esta biodiversidad existente:
En Torreón de Cañas tenemos liebres, conejos, víboras de cascabel, motocles, águilas, búhos. Recientemente nos encontramos un gato montés; también tenemos coyotes y lechuzas. Hace poco se hizo un estudio con biólogos de la UNAM sobre la población de murciélagos y se encontraron con dos razas de éstos que ya estaban declaradas en extinción y lo encontraron porque nosotros protegemos toda la flora silvestre y estos murciélagos se alimentan de la pulpa de la flor del quiote del maguey.
No matamos ni un solo animal de todo este ecosistema y dejamos que coexistan con el toro de lidia”.

A parte de ganadero, Julio es empresario, uno de sus emprendimientos más destacados es: Zotoluca, un proyecto que inició hace 10 años como una plataforma de inspiración rural para el turismo de lujo. Es por ello que, con esta experiencia en ganadería y en turismo, nos da su perspectiva sobre el ecoturismo taurino. Y aunque en Torreón de Cañas no se realiza, es una realidad en otras ganaderías del país.
Ya existe ecoturismo taurino y es algo que funciona mucho para cultivar a quien desconoce de la vida del toro en el campo. Creo que es necesario y debemos dar a conocer cómo se vive ahí. Se debe trabajar entre todos, gobierno y ciudadanía en que podamos fomentar este turismo rural.
Sobre la tauromaquia y una posible desaparición, así como el riesgo que conlleva el perder la crianza del toro bravo, Julio nos comenta desde su perspectiva como ganadero:
La tauromaquia esta efervescente, es una tradición muy arraigada en nuestras raíces. Sería condenarnos a perder nuestra libertad y renunciar a la belleza de lo que es el arte de vivir. Sería reducir a los animales a seres industriales y no como seres que viven dignamente en el campo.
Ya existe ecoturismo taurino y es algo que funciona mucho para cultivar a quien desconoce de la vida del toro en el campo”.

Después de esta charla con Julio Uribe, nos damos cuenta que la tauromaquia no puede simplificarse a un espectáculo de domingos en la tarde, no la podemos condenar por la foto amarillista en el feed de nuestras redes sociales, no la podemos juzgar por la óptica sesgada de la rabia o de la ignorancia. La tauromaquia es una tradición en México con casi 500 años de evolución, de cuidado y de conservación de la ecología; extendida desde Coahuila hasta Yucatán. La tauromaquia son los hombres que se calan el sombrero, se remangan la camisa y se ensucian las botas con la finalidad de conservar, no una especie, sino toda la biodiversidad a su cargo. La tauromaquia es el albedrío de la naturaleza en el cuidado amoroso de los humanos. Al final, podemos enorgullecernos del campo bravo, gracias a familias como los Uribe, o como: los Bailléres, los Sordo Madaleno, los Llaguno – por nombrar solo algunas de cientos – quienes junto a los vaqueros, los veterinarios, los nutriólogos y todos quienes participan de la crianza del toro de lidia, nos ayudan a sostener los ecosistemas de nuestro país. La tauromaquia es el toro bravo, como rey del campo, siendo caudillo de su hábitat, mientras vive en libertad.

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