El cine mexicano tiene noches que se sienten como cicatrices luminosas, y la de este lunes en el Palacio de Bellas Artes fue una de ellas. Bajo la mirada de cientos de asistentes, Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga volvieron a encontrarse, no solo como cineasta y guionista, sino como amigos que decidieron reconciliarse con su pasado. 25 años después del estreno de Amores Perros, aquella película que cambió la forma de contar el dolor y el amor en la pantalla, ambos artistas compartieron un abrazo que conmovió a todos los presentes.
La ceremonia, organizada por la Secretaría de Cultura a través del IMCINE y el INBAL, no solo celebró el aniversario de una obra fundamental del cine nacional, sino también la madurez que da el paso del tiempo. Entre aplausos, miradas húmedas y un ambiente cargado de emoción, la velada recordó que hay historias —y afectos— que resisten incluso las distancias más largas.
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Un reencuentro que detuvo el tiempo
El eco de los aplausos llenó el Palacio de Bellas Artes, pero lo que flotaba en el aire era mucho más que admiración: era memoria. Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga volvieron a compartir un escenario. La distancia, los años y el silencio parecieron disolverse en un instante frente al público que los recibió con una ovación que mezclaba nostalgia y alivio.
La noche fue un homenaje al cine que cambió una época. Pero más allá de la proyección, fue una celebración del poder del arte para reunir lo que alguna vez se quebró.
Cuando Iñárritu subió al escenario y pronunció el nombre de Arriaga, el tiempo se detuvo. El guionista apareció entre aplausos, y ambos se abrazaron bajo las luces doradas del recinto. No hubo discursos largos, sino palabras sinceras:
“Luego de años enemistados, hemos resuelto dejar atrás nuestras desavenencias y retornar a la amistad que nos unió y que nos permitió realizar tres películas juntos de las cuales nos sentimos orgullosos…”, compartieron en un mensaje conjunto que arrancó aplausos y suspiros.
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¿Cómo se vivió la celebración de Amores Perros en Bellas Artes?
Tras la emoción, el silencio dio paso a la imagen. En la gran pantalla, la versión restaurada de Amores Perros volvió a latir con la intensidad del primer día. El proceso, realizado por Criterion Collection, Estudio México Films y Altavista Films, fue supervisado por González Iñárritu junto al director de fotografía Rodrigo Prieto, en una labor que devolvió al filme su textura original y su fuerza poética.
La noche culminó con Gustavo Santaolalla interpretando en vivo los acordes que acompañaron los momentos más crudos y hermosos del filme. Cada nota fue un viaje al pasado, un eco de la ciudad, del amor y de la pérdida.
A 25 años de su estreno, Amores Perros no es solo una película: es un espejo del alma de un país y, esta vez, también el testimonio de una amistad que, como el cine mismo, se niega a morir.

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