Ubicado en el ya reconocido número 34 de la calle General Prim, Taverna se ha convertido en estos cuatro años desde su fundación en uno de nuestros restaurantes favoritos de la Ciudad. Los chefs y fundadores de Taverna, Christianne Domit y Emmanuel Prieto, se unieron con Ale Navarro y Ernesto Hernández, chefs del restaurante Botánico, para crear un menú único para esta noche tan especial.

El menú de degustación estuvo conformado por ocho platillos que, como es clásico en Taverna, fueron ideales para compartir, crear lazos y disfrutar con tu grupo de amigos o esa persona especial.
La experiencia comenzó con una visita al mar a través de unos ostiones con una espectacular salsa de almendras y chiles, pepino y cilantro, para después continuar con un carpaccio de camarón azul de Campeche, con pistaches, yuzu kosho y salicornias.

Seguimos con lo que fue uno de los highlights de la noche: un arroz cremoso con uno de mis ingredientes favoritos, el azafrán, también conocido como “oro rojo”, acompañado con tomate, mejillones en escabeche y, para mí, lo que llevó este platillo al siguiente nivel: un pulpo en vadouvan, realizado a la perfección.

Después llegamos al campo, con unas alcachofas rostizadas y guajillos de especias, que sirvieron como excelente preludio para otra de las estrellas de la noche: un delicioso chuletón de Wagyu de Querétaro, servido con jus de alcaparras y puré de papa. El corte se derretía en la boca.

Siempre hemos dicho que una buena comida o cena nunca está completa sin postre, y aquí no hubo uno, sino tres. El primero fue una nieve de melón, aparentemente sencilla, pero con el twist de estar cubierta con trocitos de tocino, que resultaron en un contraste y una combinación increíbles. El segundo postre fue una dulce torrija con helado de leche preparada, que no se quedó atrás.

El último postre estaba rodeado de incógnita. En el menú estaba descrito como “Vela de aniversario”, ¿pero qué podría ser? Inspirado en la ya icónica decoración e iluminación de Taverna, conformada por velas (y los remanentes de ellas, que además nos recuerdan los cuatro años que ya han pasado desde su inauguración), cuatro grandes velas representaban cada uno de los años de éxito de uno de nuestros restaurantes favoritos y en la que una de ellas ¡Oh, Sopresa! En realidad era un pastel.
Esta fue la manera ideal de concluir un menú de celebración, de colaboración entre chefs y amigos. Y de nuestra parte, de desear a Taverna un feliz cuarto aniversario y los mejores deseos para los años que vienen.

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