El Color de la Artesana: un pedacito de México en la mesa
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El Color de la Artesana: un pedacito de México en la mesa

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En cada color y textura se guarda una historia. El Color de la Artesana es un emprendimiento creado por Karen, Gabriela y Lilian, quienes unieron su pasión por la moda, la cultura y el diseño para dar vida a una marca que honra el trabajo de artesanos en México. Más que una propuesta creativa, se trata de una plataforma que rescata saberes ancestrales, los visibiliza y los conecta con nuevas generaciones que buscan piezas auténticas, cargadas de identidad y significado.

¿Qué las inspiró a crear El Color de la Artesana?

El proyecto nació durante la pandemia. Conocíamos a unos artesanos que nos habían hecho algunos trabajos y, cuando la ciudad se paralizó y el turismo, ellos nos contactaron porque necesitaban ingresos urgentes. Fue entonces cuando pensamos: “¿Y si generamos un proyecto? ¿Y creamos un producto que se pueda vender para darles trabajo constante?”. En ese momento llevábamos apenas dos meses de pandemia y no sabíamos cuánto duraría, pero teníamos claro que más allá de hacer una sola pieza, lo importante era generar ingresos para ellos.

Así nació El Color de la Artesana. Somos tres hermanas diseñadoras de profesión, siempre apasionadas por el arte y la cultura mexicana, y vimos la oportunidad de fusionar diseño contemporáneo con técnicas y trazos ancestrales. Nuestra inspiración fue esa mezcla: crear productos utilitarios que integraran la riqueza cultural mexicana y, al mismo tiempo, ofrecer una ayuda social.

¿Qué retos han enfrentado en este camino?

Desde el inicio, con la pandemia, fue difícil acercarnos a los artesanos, capacitarlos o simplemente conocerlos en persona. Siempre quisimos trabajar de la mano con ellos, pero durante meses todo estaba cerrado.

Otro gran reto fue lograr que nuestras piezas fueran resistentes, que las pinturas no se despintaran y que fueran de grado alimenticio. Después vinieron los desafíos tecnológicos: por ejemplo, durante mucho tiempo nuestra principal fuente de ventas fue Instagram. Cuando los algoritmos cambiaron, nuestras ventas se desplomaron y tuvimos que reinventarnos. Aprendimos que no podíamos depender solo de un canal de distribución. A partir de ahí comenzamos a diversificar: entramos a tiendas, hoteles y otros espacios.

También enfrentamos retos administrativos. Como diseñadoras, lo teníamos claro en lo creativo, pero emprender exigía más: una de nosotras se convirtió en directora comercial, otra aprendió de administración y otra de producción. Al emprender, entiendes que no basta con ser profesional en un área; necesitas involucrarte en todas.

¿Se vieron emprendiendo desde un inicio?

Karen: Siempre nos llamó la atención emprender. Yo, personalmente, siempre supe que quería hacer algo diferente, algo que no existiera tal cual en el mercado. Estudié diseño gráfico, publicidad, gemología, he trabajado en fotografía y ahora me interesa mucho el diseño de interiores. Me apasiona la estética en todas sus formas, aunque a veces la gente diga que “disparo para todos lados”.

Pero al final entendí que esa mezcla de experiencias podía unirse en un producto único. Quería emprender creando algo completamente nuevo, fusionando diseño, arte y técnicas ancestrales. 

Creo que eso logramos con El Color de la Artesana, y es lo mismo que nos impulsa a seguir con nuevos proyectos.

El Color de la Artesana: un pedacito de México en la mesa

¿Qué significado cultural tienen las piezas que realizan?

Todos los trazos están inspirados en jeroglíficos e íconos encontrados en pirámides. Nos gusta decir que estamos aportando a la evolución de la artesanía en México: conservamos técnicas ancestrales, pero las traemos al presente con un lenguaje contemporáneo.

Siempre trabajamos de la mano con los artesanos para no comprometer su arte, pero aportamos paletas de color innovadoras y actuales. Es una manera de honrar el origen sin perderlo, pero adaptándolo al mundo de hoy.

¿Qué sienten al poder darle valor a la artesanía mexicana y compartirla con el mundo?

Es increíble. Uno de nuestros principales enfoques fue transformar la artesanía decorativa en productos utilitarios. Nos emociona que la gente tenga “un pedacito de México en la mesa”.

La cultura mexicana es de sobremesas, de compartir, de servir. Nuestros productos permiten vivir esa cultura en lo cotidiano. Además, hay un impacto social muy fuerte: artesanos que pensaban migrar ya no tuvieron que hacerlo porque encontraron ingresos constantes; una madre pudo seguir trabajando mientras cuidaba a su hijo con síndrome de Down; o una mujer que atravesaba un divorcio y una depresión encontró en la pintura una forma de salir adelante. Eso nos conmueve profundamente.

¿Cuál ha sido el error del que más han aprendido?

Uno fue diseñar únicamente pensando en nuestro gusto personal. Con el tiempo entendimos que había que escuchar más al cliente, conocer sus necesidades y retroalimentación.

Y claro, al inicio también cometimos errores en la cadena de producción, pero con el tiempo fuimos optimizando procesos y aprendiendo a institucionalizarlos.

¿Qué valores consideran necesarios para emprender en el ámbito artesanal?

Primero, pasión por la cultura y por las técnicas que quieres rescatar. También mucha empatía: los artesanos tienen ritmos de vida distintos a los de la ciudad, y es importante entender su contexto, sus tiempos y sus historias.

Además, carisma y la capacidad de dialogar con ellos. Diseñar en conjunto requiere ponerte en su lugar y construir desde ambas visiones.

El Color de la Artesana: un pedacito de México en la mesa

¿Qué emociones buscan evocar con cada pieza?

Queremos que la gente sienta orgullo de tener un pedacito de México en su mesa, que sea algo que quieran compartir con sus seres queridos.

La cultura mexicana es profundamente colectiva: nos gusta recibir, servir, celebrar en comunidad. Por eso nuestras piezas evocan alegría, disfrute y ese espíritu de compartir.

¿Cómo definen el éxito?

Para nosotras el éxito no es una meta final, sino el camino. Está en cada pequeño logro, en cada paso que damos. El éxito es poder hacer lo que nos gusta, con propósito y con impacto social.

¿Cuál ha sido el mejor consejo que han recibido?

Confiar en nuestro producto y en nosotras mismas. Eso lo ha cambiado todo.

¿Qué es lo que más disfrutan de El Color de la Artesana?

Disfrutamos diseñar juntas, trabajar en familia y fusionar lo cultural con lo contemporáneo. Nos encanta ver a la gente apreciar las piezas, incluso cuando nos dicen que para ellos son obras de arte.

Pero lo que más disfrutamos es ver el impacto en los artesanos: cómo mejoran sus condiciones de vida, cómo logran metas que antes parecían imposibles. Esa huella humana es lo que más nos llena de orgullo.

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