El tiempo es un concepto intangible, que generalmente pasa desapercibido. El peso de su paso es un fantasma con el que cargamos día a día. El intentar comprenderlo es imposible, científicos han intentado desarrollar métodos para descifrarlo, pero la única manera de “entenderlo” ha sido a través de la filosofía y el arte, es ahí donde mentes como la de Pablo Vargas Lugo entran a la ecuación.
Tuve la fortuna de conversar con Pablo Vargas Lugo sobre su muestra individual de la mano de LABOR.
La obra de Pablo Vargas Lugo se ha centrado, a través de los años, en explorar la naturaleza intervenida caligráficamente por testimonios que individuos específicos han dejado en ella a través del tiempo. Formaciones minerales, cuevas y la misma tierra en el suelo siendo intervenidas por el paso del tiempo, el agua e incluso el humano.
¿Cuál es el significado y los tropos que retomas detrás de la pieza central?
La pieza central es una escultura o instalación que lleva por título “Máquina del tiempo”. El título “Omega” es la marca de reloj y lleva ese emblema porque en su momento se consideraba el más avanzado, lo último en relojería. Son los relojes que fueron a la Luna, se usan para las Olimpiadas para cronometrar, son muy icónicos en ese sentido.
También remite al Alfa y Omega de la Biblia, del Apocalipsis, que representa el fin de los tiempos en la teología judeocristiana. Es el final en la idea del tiempo como una flecha, con un principio que avanza en un desarrollo histórico hacia un evento final. Además, omega es el símbolo del ohm, la medida de resistencia de una corriente eléctrica, que por homofonía nos lleva al Om de las tradiciones védicas. En mi trabajo siempre hay estas cadenas de significados que se asocian, entrelazan y te guían hacia el centro al cual van aglomeradas todas estas referencias.
Este reloj no funciona, tenemos solo la caja, es un cascarón. Tiene cuerda, pero el escape, un mecanismo que mide la energía, aquí está codificado como el suicidio. Luego tiene un “creciente” que puede verse como un calendario lunar, las fases lunares, o un eclipse. Asimismo, es un péndulo que puede funcionar como un instrumento para hipnotizarte. La hipnosis te lleva a vidas pasadas o a recrear eventos de tu pasado. Todas esas funciones están contenidas en la intención de este reloj, colgando en medio de la galería.
¿Qué te llama la atención sobre las complicaciones en la relojería y cómo las incorporas en tu obra?
Las otras tres piezas están relacionadas con la idea de las “complicaciones” en la relojería. Las complicaciones de un reloj son todas aquellas mediciones aparte de las horas y los minutos en relojes mecánicos. Lo que hice en estos dibujos es juntar la idea de una mandala como esquema de meditación que te ayuda a la concentración y te sustrae del paso del tiempo, y los cambios según las filosofías védicas y budistas con la carátula de un reloj con complicaciones.
Estas carátulas suelen tener varios diales; yo usé cuatro, mostrando el resultado de una “explosión” generada por ese conflicto. En mi trabajo de dibujo siempre existe esta idea de que estás viendo el resultado de un proceso, una imagen fija, algo que está en proceso de suceder. Hay un pasado, un momento que tú estás viendo y algo que podría pasar después; siempre hay un evento implícito. Aquí, al incluir omegas que “saltaron”, la idea es imaginar cómo un orden previo, bajo tensión, pasó a un estado de desorden.
¿Por qué decides tomar el tiempo como un tema recurrente en tu trabajo?
El tiempo ha sido un tema constante en mi trabajo por más de veinte o treinta años. Es algo importante para los artistas porque, al hablar de procesos, materiales, energía o historia, estamos hablando del paso del tiempo y sus efectos. Yo abordo el tiempo en términos más generales, enfocándome en cómo lo conceptualizamos y el espacio que ocupa en nuestra imaginación.
Veo esta obra en particular como un jeroglífico: un centro con un significado enigmático o misterioso, rodeado de figuras reconocibles que nos permiten deducir su esencia. Esto se debe a que el tiempo siempre es un concepto que se nos escapa.
“Aunque lo discutamos en física o filosofía, es algo que se nos va de las manos porque estamos inmersos en él, lo que dificulta su conceptualización y nos enfrenta a paradojas. El tiempo no es la memoria ni los días; es una condición de la materia, un gasto de energía, pero con un bagaje mucho más grande que a veces nos abruma”- comenta el artista.
¿El reloj Omega que usas en la obra central tiene algún valor sentimental?
No, no es por un sentimentalismo. Es porque es específico. Cuando uno hace una obra de arte, hay cierta fricción con la realidad que es importante, es decir: no inventarte un reloj, sino tomar un reloj y decir: “Esto mide tanto, es así, se ve así”, y vamos a reproducir y seguir este modelo. Esa fricción para mí como artista es importante, porque te estás midiendo con una realidad más allá de dónde vino ese objeto o quién era. No es que tenga un valor sentimental en ese sentido, pero sí me interesa, por ejemplo, esa pátina que tiene este bronce al silicio, con un tono rojizo similar al de la pátina que adquiere un reloj de plata con baño de platino a lo largo del tiempo. Me gusta que se vea como un objeto avejentado, sin ser precisamente nostálgico, pero que representa una idea del tiempo más antigua.
¿Cómo te quieres seguir desarrollando en tu carrera y cuáles son tus retos o metas próximas?
Tengo muchos proyectos. Algunos tienen que ver con continuar series como esta, y concretar otra serie de trabajos, sobre todo en torno a un proyecto sobre murciélagos en el que he estado trabajando durante los últimos dos años, que todavía tiene que encontrar su lugar. Todavía hay mucho trabajo por hacer.
La plática, al igual que todo en esta vida, llegó a su fin; junto con este llegó a mis manos un libro de obras pasadas de Pablo. Al hojearlo, llegué a una frase de Sandra Rozental que siento que encapsula de manera perfecta lo que me llevé de OMEGA y de nuestra conversación: “Todo desaparece, menos las huellas”. Y es que, al final el tiempo es una huella que nos va marcando a todos, es un recordatorio de lo que fue.
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