El conde Nikolai de Monpezat, el royal danés que conquistó la moda sin dejar atrás la sangre azul
Hay figuras que capturan una época. Nikolai de Monpezat no lleva corona, pero todo en él —su estilo, su mirada, su discurso— parece haber sido diseñado para una monarquía del siglo XXI. Nieto mayor de la reina Margarita II de Dinamarca, hijo del príncipe Joaquín y de la condesa Alexandra Manley, modelo internacional, rostro de campañas globales y protagonista de editoriales de moda junto a su novia, Benedikte Thoustrup, Nikolai habita el mundo con una elegancia discreta y ferozmente contemporánea. Entre el deber y el deseo, entre Copenhague, París, Sídney y Milán, su historia no es la de un príncipe cualquiera. Es la de un joven noble que, al perder su título real, encontró su voz.
HERENCIA, MEZCLA Y MIRADA MAGNÉTICA
Cuando nació en agosto de 1999, Nikolai fue el primer nieto de la reina Margarita y del príncipe Henrik. Su llegada fue celebrada como símbolo de continuidad dinástica, pero también de evolución. Su madre, Alexandra Manley, nacida en Hong Kong, de ascendencia británica, china y austriaca, marcó una nueva era en la familia real danesa. Esa herencia multicultural vive en el rostro de Nikolai: ojos rasgados, pómulos altos, mandíbula definida, piel de porcelana y una belleza mestiza que lo distingue tanto en la nobleza como en el mundo del modelaje.
Hay en su manera de mirar a cámara una mezcla de nobleza genética y sensibilidad moderna. No necesita hablar para llamar la atención: su fotogenia es silenciosa, elegante, imposible de ignorar.
DEL CASTILLO AL CASTING
Aunque se formó en escuelas tradicionales y tuvo un paso breve por la academia militar danesa, Nikolai tenía otros planes. En 2018 firmó con Scoop Models en Copenhague y luego con la poderosa Elite Model World, lo que lo catapultó al circuito internacional. Debutó en Burberry bajo la dirección de Riccardo Tisci, desfiló para Dior Homme y se instaló con naturalidad en el mundo de la moda de autor, donde el linaje no pesa tanto como el carisma.
Durante un tiempo vivió en Australia, en un intento por alejarse del foco europeo, estudiar y respirar otro ritmo. Su perfil se mantuvo bajo, pero su estilo se hizo más definido: mezcla el minimalismo nórdico con siluetas contemporáneas, colores neutros con detalles inesperados. Camisas abiertas, trajes de lino, sneakers italianas: todo con esa estética que parece accidentally perfect.
Hoy combina su carrera como modelo con estudios en Business and Service Management, y ha aparecido en portadas y editoriales junto a Benedikte, con quien forma una de las parejas más chic de la nueva nobleza europea. Su Instagram, abierto y cuidadosamente curado, revela viajes, cenas privadas, editoriales, momentos cotidianos y guiños a su linaje. Nikolai es royal, pero no inalcanzable.
LA DECISIÓN DE UNA REINA
En septiembre de 2022, la reina Margarita anunció que los hijos del príncipe Joaquín perderían sus títulos de príncipes. La decisión fue justificada como una modernización de la monarquía, pero provocó una tormenta emocional en la familia. Nikolai, entonces de 23 años, no se quedó callado.
“Estoy en shock”, declaró a los medios daneses. “Estoy confundido y triste. Me siento excluido.” Su madre, Alexandra, fue aún más clara: “Esto nos ha herido profundamente. No se trata de títulos ni de privilegios, se trata de identidad”. Las declaraciones marcaron un quiebre silencioso, pero firme. Fue una de las pocas veces que la casa real danesa se enfrentó públicamente a su matriarca.
Desde entonces, Nikolai se presenta como Conde de Monpezat, un título heredado del abuelo paterno. No ha renunciado a su historia, pero ha redefinido su lugar dentro de ella. Y en ese equilibrio, ha ganado algo más poderoso: la capacidad de decidir.
RECONOCIDO, AÚN SIN CORONA
En mayo de 2025, durante la celebración del cumpleaños del rey Federico X, Nikolai y su hermano Félix fueron condecorados con la Cruz de Honor de la Orden de Dannebrog, uno de los mayores reconocimientos de la monarquía danesa. El gesto, entregado por su propio tío, fue interpretado por muchos como una reafirmación simbólica: un reconocimiento público a su papel dentro de la familia, pese a no ostentar ya el título de príncipe.
Fue también una forma elegante de cerrar heridas abiertas, de mantener un lazo institucional y afectivo con dos jóvenes nobles que, aún sin coronas, siguen representando —con clase— la continuidad de una dinastía.
VIDA COMPARTIDA, ESTILO PROPIO
Desde hace años, comparte su vida con Benedikte Thoustrup, una joven danesa con quien estudió y hoy dirige una firma de belleza sostenible: BénéSoie. Juntos posaron recientemente en la portada de Elle Dinamarca, consolidando su estatus de pareja ícono entre la nobleza millennial.
Lo que proyectan no es ostentación, sino estilo de vida. Habitan un universo de brunchs nórdicos, moda limpia, casas con diseño escandinavo, escapadas a Capri y una intimidad elegante que jamás roza la pretensión. Son la versión 2025 del chic real: más silenciosa, más estética, más consciente.
UN ROYAL POR DECISIÓN PROPIA
Nikolai no camina sobre alfombras rojas con escolta ni encabeza recepciones oficiales. Prefiere las calles de París en otoño, las editoriales de moda bien cuidadas y una vida donde la elegancia no se impone: se elige.
No todos los royals logran reinventarse sin renunciar. Él lo ha hecho. Y no con discursos, sino con presencia. Entre palacios y pasarelas, Nikolai de Monpezat no representa una monarquía antigua ni una ruptura moderna. Representa algo mucho más sutil: el arte de vivir con estilo cuando el protocolo ya no dicta el paso.
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