Más allá del ídolo musical, Marco Antonio Solís es un padre presente, reflexivo y orgulloso. Mar Solís, su hija, lo describe como una guía profunda en su vida personal y artística.
En una conversación con motivo del Día del Padre, Marco Antonio Solís y su hija Mar hablan sobre disciplina, identidad, arte y los valores que los han mantenido cerca, dentro y fuera de la música.

El Buki es un ídolo, no solo en México sino internacionalmente, sus letras, sus composiciones y sus canciones han sido parte de la vida de muchos. Pero todo esto viene de una inspiración personal y única que se debe a sus vivencias, sus experiencias y en cierto sentido a su familia.
Conocí a Marco Antonio Solís hace unos meses en Los Ángeles, previo a uno de sus múltiples conciertos en el marco de una extensa gira por Estados Unidos, y no me bastaron ni 5 minutos para entender que El Buki no solo es un excelente cantante sino un excelente esposo y un padre que se derrite por sus dos hijas.

Si bien, Marco Antonio Solís es conocido mundialmente por su música, en casa se reconoce en una dimensión más íntima y esencial: la de ser padre. Mar Solís, su hija, también cantante y artista, comparte con él no solo el apellido, sino una forma de ver la vida que se nutre de la disciplina, la sensibilidad y el respeto mutuo.
“De Mar me enorgullecen muchas de sus virtudes”, dice Marco Antonio. “Su pureza como ser viviente, respeta y honra desde una montaña hasta el insecto más insignificante… camina con una conciencia muy alta en la búsqueda de sus objetivos”. Habla de ella como un padre que no solo observa con afecto, sino con una mirada clara sobre el esfuerzo que implica construir una vocación. “Ha llegado a dominar como muy pocas el vulnerable espacio de los escenarios”, agrega, reconociendo no solo el talento, sino la determinación.
Mar, por su parte, reconoce en su padre a alguien más allá del personaje público. “Para mí, la familia siempre será la raíz de la cual nuestro verdadero propósito florece”, afirma. Dice que la conexión que tiene con él es profunda, y muchas veces no necesita palabras: “Un lenguaje que se siente a través de un abrazo, una mirada y, en nuestro caso, la música”.

En un entorno donde las carreras artísticas pueden ser intensas y volátiles, la estabilidad emocional y ética es fundamental. Marco Antonio lo tiene claro: el respeto por uno mismo y por los demás, la disciplina y la verdad son principios que ha querido transmitir a sus hijas. “Que descubran por ellas mismas al Ser Supremo que reside en su interior y lo honren en cada una de sus acciones”, dice con convicción.
Mar ha tomado esos valores como brújula. Cuando se le pregunta cuál ha sido el consejo más valioso de su padre, responde: “Entender la importancia de soltar, perdonar, vibrar en la misma sintonía del amor y la libertad, y honrar a la familia siempre”, ha sido el mejor consejo que le ha dado su padre a Mar Solís
El arte como forma de mirar
Ambos coinciden en algo más allá de los lazos familiares: el arte como lenguaje vital. Para Mar, la sensibilidad artística de su padre ha sido una influencia que trasciende lo profesional. “El arte cura y nos acerca a lo divino… es una forma de recordar lo que es ser salvaje y libre”, dice. Su visión es introspectiva, reflexiva, y revela una búsqueda continua por mantener viva la autenticidad.
Marco Antonio también habla de esa doble identidad: el artista y el padre. “Yo me considero muy afortunado de poder separar lo uno de lo otro con la mayor facilidad”, explica. Disfruta de ambas facetas y encuentra en cada una un sentido de plenitud.

A pesar de las giras y la intensidad de la vida pública, lo que más valora Marco Antonio son los momentos cotidianos: ver una película en familia, jugar dominó, organizar una partida de golf. “Eso es maravilloso”, dice. Y aunque su relación con Mar está atravesada por la música, si tuviera que dedicarle una canción que no fuera suya, elegiría “Procura” de Chichi Peralta. “La escuchamos en un momento mágico y nos hizo bailar y reír”.
Para Mar, las celebraciones como el Día del Padre no se definen por grandes gestos. “Estar juntos es lo más importante”, dice. A veces no coinciden en el lugar o en el tiempo, pero siempre encuentran la manera de hacerle sentir a su papá el cariño y el reconocimiento que merece.


Cuando se les pregunta por una palabra que defina su relación, Mar contesta: “Transcendental”. No se trata de un vínculo perfecto ni idealizado, sino de uno que ha sido construido con atención, respeto y una visión compartida del mundo.

“Verlo sonreír, disfrutar la vida con un brillo en los ojos, es el regalo más grande que tengo”, dice ella. Y agrega algo que resume el espíritu de este día: “Valorar el presente y contar nuestras bendiciones en todo momento es donde encontraremos la verdadera felicidad”.
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