Fotos: Israel Hernández
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Jessica Sarquis: Moda con propósito

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Jessica Sarquis no solo diseña ropa, teje historias, oportunidades y futuros. Su marca nació entre telas, inspiración y vestidos a la medida, pero encontró su verdadera razón de ser cuando la moda se cruzó con el compromiso social. A través de Fundación Sarquis, Jessica ha creado un puente entre el diseño y la transformación de vidas, brindando oficios, herramientas y esperanza a mujeres en rehabilitación, personas de escasos recursos y artesanos mexicanos.

¿Cómo comenzaste en el mundo de la moda?

Soy diseñadora, estudié diseño, después continué mis estudios en escaparatismo en Madrid. Regresé y empecé a trabajar en Editorial Televisa, pero la verdad no me gustó mucho, así que trabajé muy poco tiempo allí. En ese momento, muchas de mis amigas se estaban casando, y fue cuando decidí crear mi propia marca.

¿Cómo ha evolucionado tu marca desde entonces?

La marca comenzó con vestidos a la medida, pero fue evolucionando. Empecé a trabajar con lino y a enfocarme más en beach wear. Con el tiempo, la marca creció y comencé a trabajar con artesanos. Ahí fue cuando conocí a Andrea, quien trabaja en LA CANA, y fue la que me introdujo al proyecto social con mujeres en el reclusorio. Me propuso que las mujeres del reclusorio pudieran ser mis artesanas de macramé, ya que ellas empezaron a aprender esta técnica en el reclusorio. Y acepté. Eso me permitió darle un sentido mucho más profundo a la marca, y descubrí mi interés por el altruismo en la moda.

¿Qué significa para ti trabajar con causas sociales dentro de la moda?

Para mí, es muy importante que la moda tenga un propósito más allá de ser solo piezas que se venden. Así es como nació Fundación Sarquis. La fundación apoya diferentes causas, y dentro de ella lanzamos el instituto, donde damos talleres a personas de escasos recursos. Un ejemplo de esto es un taller de macramé para personas en rehabilitación y un taller de teñidos naturales para huérfanos. Los participantes pueden presentar su colección al final y las mejores propuestas son financiadas para que puedan venderlas a través de nuestra plataforma. Lo que más me gusta es que esta es una forma de ayudar a los demás a través de la moda, dándoles la oportunidad de crear y vender sus propios productos sin necesidad de tener estudios formales en moda.

¿Cómo describirías tu modelo de negocio?

Yo sigo el modelo “made to order”, que significa que hago las piezas bajo pedido, lo que ayuda a evitar la sobreproducción y la acumulación de inventario. En lugar de producir miles de piezas y esperar que se vendan, cada cliente hace un pedido y, en un plazo de 10 días, recibe su prenda. Es una forma de cuidar el medio ambiente y producir de manera más responsable.

¿Cuál fue el punto que te inspiró a entrar al mundo del diseño de moda?

La verdad es que desde que estaba estudiando siempre supe que quería dedicarme a esto. En mi casa, mi mamá es súper fashion, mi abuela también; siempre crecí rodeada de mujeres muy estilosas, con piezas únicas y mucho sentido de la moda. Entonces, siento que la moda siempre estuvo ahí, fue algo muy natural para mí. Siempre tuve muy claro que quería estudiar algo relacionado con moda. Al principio no sabía si quería ser diseñadora o trabajar en una revista, tenía esa idea más editorial de la moda, pero luego tuve una probadita del diseño y dije que esto era lo mío. 

Solito me empezó a jalar el camino. Empecé haciendo vestidos a la medida, que hasta la fecha sigue siendo uno de los fuertes de la marca. Y claro, el enfoque va cambiando por temporadas. A veces estoy más dedicada a diseñar colecciones, pero si es época de bodas o graduaciones, por ejemplo, y tengo muchos pedidos personalizados, me enfoco en eso. Aunque mi trabajo se va adaptando, la pasión por la moda siempre ha estado muy clara para mí.

¿Qué desafíos has enfrentado como emprendedora en la industria de la moda?

Uno de los mayores desafíos ha sido el acceso a materiales de calidad, especialmente fibras naturales. En México, a veces es complicado encontrar estos materiales, y a veces hay que importarlos. Además, la competencia es feroz, y el comportamiento del consumidor cambia constantemente, lo que te obliga a adaptarte.

¿Crees que en la moda es más importante seguir las tendencias o también crearlas?

Creo que es un poco de las dos. Depende mucho del enfoque de tu marca. Por ejemplo, si estás en el mundo del fast fashion, sí tienes que seguir las tendencias, porque es lo que la gente está buscando y consumiendo de inmediato. Entonces, claro que tienes que tener presente qué está de moda.

Pero también creo que no se trata de seguir todo al pie de la letra. Las tendencias cambian muy rápido, una semana algo está en todos lados y a la siguiente ya no, así que es importante saber elegir qué elementos adoptar. Yo prefiero tomar lo que siento que se va a quedar, lo que tiene potencial de ser más atemporal.

Y por otro lado, creo que una marca también debe crear su propia identidad. Para mí, una marca se vuelve realmente fuerte cuando tiene una esencia reconocible. Cuando ves una pieza y sabes que marca es, porque tiene un sello propio. Entonces sí, seguir ciertas tendencias puede ayudarte a conectar con el mercado, pero lo que realmente define a una marca es la autenticidad que transmites en tus diseños.

¿Cómo comenzó este proyecto y qué buscas lograr con él?

Todo empezó cuando trabajaba con LA CANA, llevando piezas al reclusorio. Ahí fue donde realmente me di cuenta de lo valioso que es unir la moda con un propósito social. El modelo funciona así: tú les llevas trabajo a las mujeres privadas de la libertad y, a través de ese trabajo, no solo reciben ingresos, sino que también pueden reducir su sentencia. Además, les da acceso a muchos otros beneficios. Verlas felices y emocionadas al participar en el proceso, aunque sea con un diseño tuyo, es algo que te conecta con ellas a un nivel muy profundo. Ese gusto compartido fue lo que me hizo pensar que esto era lo mío.

Un tiempo después decidí fundar Fundación Sarquis. Fue un paso enorme, porque yo estudié diseño y nunca imaginé entrar al mundo de la filantropía. No sabes la cantidad de retos que implica: los permisos, la estructura legal. Es otro mundo completamente. Pero también ha sido una experiencia increíble. Empecé a conocer muchas causas, ONGs, instituto y fue muy enriquecedor.

Al principio, la fundación realizaba proyectos que no necesariamente estaban ligados a la moda: uno para llevar agua a comunidades, otro de becas, uno más de reforestación. Y aunque eran causas valiosas, yo sentía que no estaban conectadas con mi marca. Hasta que una de las artesanas que había salido del reclusorio me contó que estaba emprendiendo su propia marca de bolsas y llaveros. Me pareció increíble, pero también me dijo que necesitaba más recursos. Entonces pensé que cuánta gente talentosa no hay allá afuera, con ideas, pero sin medios para empezar.

Ahí fue donde encontré el enfoque. En lugar de solo dar productos para que vendan, ¿por qué no enseñarles a crearlos? Empezamos a dar talleres a mujeres en rehabilitación, muchas de ellas mamás solteras, que normalmente buscan generar ingresos pero no tienen acceso a formación ni a oficios. Enseñar es compartir conocimiento, y eso tiene un valor enorme.

Mi sueño es que Fundación Sarquis crezca hasta convertirse en un instituto formal, donde se impartan talleres y se enseñen oficios como carpintería, costura, bordado, artesanías, etc. Incluso mi carpintero me dijo que le encantaría dar un curso, lo cual me pareció hermoso, ver cómo otros también quieren compartir su saber. Todo sería sin fines de lucro, tal vez con una donación mínima, pero ahora mismo lo hacemos totalmente non-profit. Nosotros conseguimos los fondos, financiamos los talleres, y cuando los productos empiezan a venderse a través de la marca, ahí sí cobramos un pequeño porcentaje, como si fuera una galería. Mi objetivo es empoderar a través del conocimiento, del diseño y de la creación colectiva.

¿Cómo ves el futuro de tu marca?

En los próximos 5 o 10 años, me gustaría ver a la marca más consolidada, con productos de gran calidad, y expandida a través del instituto, que se convierta en un lugar donde los emprendedores del sector artesanal puedan aprender y crear sus productos. No quiero que la marca sea solo sobre moda, sino sobre construir una comunidad que valore el trabajo hecho con conciencia social.

¿Cuál ha sido el mayor error que cometiste al comenzar tu negocio?

Creo que el mayor error fue no entender y no poner bien los precios desde el principio. A veces, por querer ser accesible, cometí el error de no tomar en cuenta todos los costos que implica el proceso. También, al principio, traté de entrar en muchas boutiques y lo que me di cuenta es que terminaba trabajando para ellas, ya que los porcentajes que piden son muy altos.

¿Qué valores consideras fundamentales en tu negocio?

La puntualidad es esencial. También considero que es muy importante tener un equipo comprometido y saber cómo liderarlo, pero permitiendo que te enseñen cosas nuevas. Como diseñadora, me apasiona mucho el proceso creativo, pero también he aprendido la importancia de sistematizar y tener procesos claros para que todo funcione correctamente.

¿Cuál ha sido el mejor consejo que has recibido?

El mejor consejo que he recibido ha sido enfocarme, en tener muy claros mis procesos y sistematizarlos. Como buena diseñadora, mi cabeza es muy creativa y a veces eso puede ir en contra del orden. Me emociona el diseño, las telas, los colores, y muchas veces me dejo llevar por la inspiración del momento. Por ejemplo, no llego a diseñar una colección con una lista específica de lo que quiero hacer, más bien voy al lugar de telas, las veo, las toco, y de ahí surge todo, me enamoro de una textura o de un color y en ese instante ya tengo una idea completa.

Pero justo por eso, tener mis procesos más ordenados y estructurados ha hecho una gran diferencia. Aunque mi proceso creativo siga siendo espontáneo, el tener una base sistematizada me permite avanzar con más claridad y efectividad. Ese consejo me ayudó muchísimo a profesionalizar lo que antes era solo inspiración.

¿Qué legado te gustaría dejar con tu marca?

Definitivamente, me encantaría que el legado estuviera ligado al instituto. Que se logre consolidar como un espacio que pase de generación en generación y que se convierta en un referente para el desarrollo de nuevos artesanos y emprendedores, y que, con el tiempo, sea reconocido como un lugar donde nació y creció una nueva ola de talento creativo y socialmente comprometido. Un legado que combine moda, conciencia social y transmisión de conocimiento.

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