La Ciudad de México no solo fue testigo del regreso de Guillermo del Toro, sino fue espectador de la llegada de su criatura soñada, ese monstruo que lo ha acompañado desde la infancia y que ahora camina por fin entre nosotros.
El Colegio de San Ildefonso se transformó en un escenario gótico que respiraba historia. Ahí, bajo la mirada de los grandes muralistas, Del Toro presentó Frankenstein, su nuevo filme para Netflix. La noche reunió a figuras del cine y contó con dos presencias imposibles de ignorar: Oscar Isaac y Jacob Elordi, protagonistas de esta nueva historia.
Todo fue emoción, gritos y cámaras. Del Toro caminó la alfombra no como estrella, sino como un anfitrión feliz de recibir a su propio monstruo en casa.

Un Frankenstein profundamente humano
Me emociona más allá de las palabras el poder estar en mi país presentando Frankenstein, un proyecto que desee realizar desde que comencé a soñar con traer a la vida seres fantásticos” – Guillermo del Toro
En su mirada había certeza: Frankenstein ya no es el mito clásico del monstruo incomprendido. Es un espejo enorme apuntando a nuestros vacíos más íntimos.
Porque para Del Toro, el monstruo nunca es el otro: somos nosotros cuando nos sentimos solos, abandonados o desesperados por ser vistos.
Esta historia sobre el perdón, la paternidad y la búsqueda de un lugar en el mundo habla el lenguaje más universal; el de ser humano.”
Cine que nace del corazón (y del dolor)
Después de la proyección llegó la conversación. Del Toro, Isaac, Elordi y Ted Sarandos (Co-CEO de Netflix) revelaron el origen emocional de esta película.
Oscar Isaac recordó el día que todo comenzó:
Todo inició con una conversación muy íntima sobre nuestros padres, de su dolor y la religión… al momento de verlo reflejado en un guión y después de haberlo leído acabamos en lágrimas pues se sentía tan personal, estábamos hablando de nuestras historias.”

Jacob Elordi, dueño de un cuerpo y una vulnerabilidad que atraviesan la pantalla, describió el rodaje:
El proceso de filmación de la película fue un desafío tanto físico como mental que fue relegado a un segundo plano pues fue una gran alegría que todos compartimos día a día.”

Con Jacob hubo un momento muy hermoso, cuando entró a la cabaña, lo tomé de la mano y en ese momento sentí que la criatura que yo había visto de niño acababa de entrar a mi set” – Del Toro

El cine, a veces, es la infancia que vuelve a tocarnos.
México, punto de origen de una obra
Este filme no solo reinterpreta un clásico: se atreve a preguntar qué nos hace humanos cuando lo hemos perdido todo. Del Toro nos invita a mirar a la criatura a los ojos y tal vez reconocer algo nuestro en ellos.
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