Boneta Jewelry nace de un legado familiar y del deseo de reinterpretar la joyería desde una estética minimalista y cargada de intención. Inspirado por las enseñanzas de su mamá y movido por la inquietud de crear algo propio, Jorge Obregón ha construido una propuesta que une simplicidad, diseño contemporáneo e identidad personal. Sus piezas, versátiles y funcionales, encuentran belleza en lo imperfecto y significado en cada detalle. Desde México hasta España y Florencia, Boneta Jewelry ha comenzado a trazar su propio camino internacional, impulsado por una visión clara: que lo sencillo también puede brillar con fuerza.

¿Cómo comenzó todo con tu mamá y el diseño?
Ella tenía el conocimiento de cómo hacerlo: la técnica, la metodología, el proceso. Fue quien me enseñó a diseñar y a crear las piezas desde cero. Cuando retomé su camino, sentí que seguía jugando con lo que tanto nos unía, pero ahora con propósito.
¿Qué ha sido lo más importante para ti al continuar con su legado?
La constancia y la innovación. Creo que es clave estar creando cosas nuevas todo el tiempo. Los diseños pueden ser muy bonitos, pero la gente busca propuestas frescas. A mi mamá le pasó algo similar: con el tiempo, sus piezas se volvieron demasiado clásicas, y cuando trabajábamos juntos comenzamos a experimentar con tendencias, colores, nuevas formas. Eso mantenía el proyecto vivo.
¿Cuál fue el error del que más has aprendido?
Creer en la perfección. Intentar alcanzar lo perfecto solo te frustra, porque nunca es suficiente. Aprendí que lo importante es dar lo mejor de ti en cada pieza y saber que ese resultado ya es valioso.
¿Cuál ha sido la mejor decisión que has tomado?
Empezar, solo eso. Puedes planearlo mil veces, pero si no te lanzas, nunca pasa. También innovar en colores y materiales. Antes todo era plata; ahora trabajamos baños en oro, oro rosa; el reto es tomar acción.

Vendes en México, Florencia y España, ¿cómo ha sido esa expansión?
Tengo familia tanto en España como en Florencia, y desde el inicio me apoyaron muchísimo. Así pudimos abrir camino: enviar pedidos, encontrar puntos de venta, crecer poco a poco.
¿Qué buscas transmitir con tus piezas?
No diseño por diseñar. Todo tiene un significado. Por ejemplo, la colección de argollas: es un círculo, sí, pero no es perfecto. Está tallado a mano, con pequeñas variaciones que lo hacen único. Me gusta la simplicidad elevada: piezas muy sencillas, pero con intención. Siento que esa simpleza es lo que hace que brillen por sí mismas.
¿Hubo algún momento en el que quisieras renunciar?
Sí, claro. Sobre todo al principio, cuando nada salía como quería. Recuerdo mi primera cruz: la cadena no pasaba por lo delgada que era. Me frustre muchísimo. Pero mi mamá siempre me dijo: “No te des por vencido. Inténtalo otra vez”. Y lo volví a hacer. Con prueba y error, todo mejora.
Además del diseño, ¿qué parte del proceso disfrutas más?
El lanzamiento, planear cómo presentar cada pieza, crear la sesión de fotos, la campaña, comunicarle al público el valor detrás de cada diseño.
Por último, ¿cómo defines el éxito?
Con constancia. Ser constante, transparente contigo mismo y con los demás. Seguir sin detenerte. Ahí está el éxito.
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