En una industria donde muchas propuestas buscan sobresalir por estilo, Concepto 185 prefiere destacar por sensibilidad. Fundado por Florencia Karam, este proyecto nació en un pequeño estudio marcado por el número 185, pero su esencia siempre fue más grande: crear espacios que se sientan vividos, íntimos y profundamente conectados con quienes los habitan. Más que diseñar, Florencia escucha. Cada proyecto comienza con una lectura minuciosa de la persona, sus hábitos, sus gustos y su forma de habitar el mundo. El resultado son ambientes que no solo se ven bien, sino que cuentan historias. Concepto 185 es, al final, el punto donde nace un espacio y donde también inicia una manera distinta de mirar el diseño.
¿Qué te inspiró a crear Concepto 185?
Siempre me llamó la atención el mundo del diseño de interiores. Desde chica el arte, la arquitectura y los espacios eran algo que me hacía sentir muchísimo. Me fascinaba cómo un lugar puede provocarte emoción, calma o energía; cómo un espacio puede transformarte.
El nombre de Concepto 185 surgió de manera muy orgánica. Mi estudio está arriba de una cafetería que tengo en Polanco, en un departamento cuyo número es 185. Ahí fue donde empezó todo: reuniones, ideas, bocetos, el logo, el concepto. Me gustó que el nombre conservara esa memoria, sentía que representa mi origen. Aunque algún día me mude, 185 siempre será donde todo empezó.
¿Cuál ha sido el mayor reto desde que iniciaste?
Para mí, el reto más grande ha sido formar un equipo que comparta mi visión: mi sensibilidad estética, la calidad que busco, la forma en la que pienso los espacios. También construir una buena cartera de proveedores es complicado, porque se hace con prueba y error. A veces sale increíble y a veces no tanto. Esa parte requiere paciencia, constancia y mucha intuición.
¿Qué buscabas ofrecer con Concepto 185 que no existía en el mundo del interiorismo?
Más que crear algo que no existiera, lo que yo quería era diseñar espacios que traduzcan la personalidad de cada cliente en algo tangible. Para mí, ese es el verdadero trabajo de un interiorista: escuchar, observar y convertir en realidad lo que alguien quiere sentir en su propio espacio. No se trata solo de decir qué está bien o mal, sino de entender profundamente quién es esa persona. Yo creo profundamente que el trabajo real es interpretar su personalidad, su historia, lo que quiere sentir. No imponer mi estilo, sino volver material lo que ellos imaginan.
¿Qué te gustaría que una persona sintiera al entrar a un espacio diseñado por ti?
Depende del tipo de proyecto, pero busco que se note que ese espacio pertenece al cliente. En residencial, que es lo que más me gusta, me encanta cuando la casa refleja quiénes son: si les gusta el color, si prefieren lo neutro, si aman el arte, si son deportistas. No quiero que un lugar se vea “hecho por tal diseñadora”, sino que se vea de ellos. Eso es lo que vuelve un espacio verdaderamente íntimo.
¿Cuál ha sido la lección más importante que has aprendido como emprendedora?
Que dudar es parte del proceso. Emprender es difícil y es normal sentir miedo, pero lo importante es seguir intentando hasta que encuentres un ritmo que te haga sentir cómoda. Persistir, incluso cuando hay tropiezos y siempre confiar en mi misma.
¿Cuál ha sido el mejor consejo que has recibido?
Trabajé un tiempo en un despacho muy grande de Miami, y mi jefe siempre decía que el interiorismo no trata solo de materiales, muebles o luz, sino de sentimientos.
Estás entrando al espacio más íntimo de las personas: su casa, su clóset, su baño, su recámara. Para hacer bien este trabajo tienes que conocer al cliente profundamente: cómo vive, qué siente, qué quiere experimentar en su día a día. El mobiliario es solo la última capa.
¿Cómo logras conocer a un cliente para poder diseñar su espacio ideal?
Me gusta empezar visitando el lugar que vamos a transformar. Ahí platicamos sobre sus hábitos: ¿Quién va a vivir aquí? ¿Tienen perro? ¿Qué hacen en la sala? ¿Comen ahí? ¿Cocinan mucho? ¿Les gusta la moda? ¿Necesitan un clóset grande?
Les pido que me cuenten cómo es un día normal en su vida. Con esos detalles empiezas a construir una lectura clara de su personalidad. Eso es esencial para diseñar un espacio que realmente les pertenezca.
¿Qué es lo que más disfrutas de Concepto 185?
El final de los proyectos. Ver el resultado ya montado, después de meses de decisiones minuciosas, es lo más satisfactorio.
No existe una fórmula: cada cliente es distinto y cada proyecto se resuelve desde cero. Por eso, cuando llegamos a ese punto en el que todo encaja y se siente correcto, es una sensación increíble.
¿Cómo defines el éxito?
Para mí, el éxito es llegar al punto al que siempre has aspirado. Es esa sensación de que no te hace falta nada, sin que necesariamente signifique estar en la cima. Es más bien sentirte en paz y cómodo con el lugar en el que estás.
¿Cuál es el siguiente gran paso para ti y para Concepto 185?
Me gustaría colaborar con otras disciplinas: moda, arte, diseño de objetos. Crear piezas o proyectos que vayan más allá del interiorismo tradicional. Algo que combine espacios y objetos, que dialogue con otras expresiones creativas.
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