Hablar de salud mental todavía es un reto para muchas personas, pero Sofía Ruíz ha decidido convertir su experiencia personal en una plataforma de apoyo y conversación abierta. A través de Sabe Bien Estar Bien, su podcast, busca romper el estigma en torno a los diagnósticos de salud mental, crear comunidad para que nadie se sienta solo en su proceso y recordarle a sus oyentes que pedir ayuda está bien.

¿Qué fue lo que te inspiró a crear el podcast?
Fueron dos cosas. La primera es muy personal: soy portadora de trastorno bipolar tipo II. Me gusta decir “portadora de”, porque no me define. Fueron muchos años de no aceptar mi diagnóstico, de sentir que no me lo habían explicado bien. Cuando finalmente encontré un buen neuropsiquiatra y estaba bien medicada, un día me llamó y me dijo: “¿no quieres participar en el podcast de Martha Debayle?”
En ese momento no sabía quién era Martha Debayle, pero le dije que sí. Después me di cuenta de la relevancia que ella tiene en México y terminé en su podcast hablando abiertamente de lo que es vivir con bipolaridad.
Lo más bonito fue que después de ese episodio gente que no conocía me escribía para decirme que mi manera de hablar del tema les había ayudado a entenderlo. Ahí fue cuando pensé: a lo mejor puedo hacer algo con esto, quizá pueda ayudar a más personas. Esa fue la última “empujadita” para decidirme a crear un espacio donde hablar de salud mental.
El podcast nace desde un lugar de servicio y de querer acompañar a otros. Me hubiera encantado, cuando estaba creciendo, que alguien me dijera: “Todo va a estar bien, no estás sola.” Siempre me conmuevo en este punto, pero mi papá también era bipolar, nunca lo diagnosticaron y falleció. Siempre pienso: Si alguien nos hubiera dicho que está bien hablar de salud mental, tal vez mi papá seguiría aquí. Por eso para mí es tan importante generar comunidad y hablar de salud mental de una forma cercana, normalizarla y quitarle el tabú.
¿Cuál fue la primera idea? ¿Siempre supiste que querías hablar de bipolaridad o de salud mental en general?
La idea surgió platicando con uno de mis mejores amigos. Le dije que quería tener una plataforma de salud mental, y él me respondió que lo hiciera. Empezamos a pelotear ideas y un día, estando juntos, llegamos al nombre Sabe Bien Estar Bien. Queríamos algo sencillo, cotidiano, como un plato que pones sobre la mesa todos los días: sabe bien… estar bien.
El primer episodio fue sobre ansiedad, porque es algo que muchísima gente vive. Invitamos a dos amigas que la padecen, pusimos el celular a grabar y simplemente nos sentamos a conversar: ¿Qué es la ansiedad? ¿Cómo se siente? Fue algo muy orgánico.
¿En qué momento dijiste: “Esto sí puede funcionar”?
Cuando sacamos el episodio sobre depresión. Yo estaba en un episodio depresivo en ese momento, invité a mi neuropsiquiatra y a un amigo, y las respuestas que recibimos fueron impresionantes. Mucha gente nos escribía diciendo: “Este capítulo me salvó la vida, lo he escuchado mil veces, era justo lo que necesitaba.”
Ahí entendí que el objetivo era crear comunidad para que nadie se sintiera solo. Ser portador de un diagnóstico de salud mental puede ser muy aislante. Además, hay una confusión muy grande entre salud mental y enfermedad mental, y es justo ese estigma lo que impide que la gente busque ayuda. La salud mental también es preventiva: puedes ir a terapia aunque “no tengas nada”.
¿Cuál fue el mayor reto que enfrentaste?
El mayor reto fue conseguir invitados. No tenía equipo de producción, así que yo misma buscaba y convencía a las personas. Recuerdo que tardé seis meses en coordinar una fecha, para que Facundo pudiera grabar. Mi esposo fue quien me animó mucho, él me decía: “Tú puedes.” Gracias a él logré acercarme a personas increíbles que, sin conocerme y sin que el podcast fuera gigantesco, se subieron al proyecto y compartieron cosas muy personales.
¿Qué significa para ti el nombre Sabe Bien Estar Bien?
Para mí representa lo sencillo que debería ser el concepto de salud mental. Lo hemos enredado con estigmas y diagnósticos, pero al final es aprender a estar bien. Parece fácil, pero no lo es. Nos acostumbramos a vivir mal, a no cuidarnos. Para mí es volver al amor propio, que no es otra cosa que autoestima.
El nombre es un recordatorio: sabe delicioso estar bien. Ir a terapia, tomar tu medicación si es necesario, cuidarte. Todo eso forma parte de construir bienestar.

¿Qué es lo más difícil de mantenerlo constante?
La organización del tiempo. Ser psicoterapeuta es demandante, veo pacientes de 8 a 5, y después de eso lo que más quieres es desconectarte. Pero entonces viene la parte de crear contenido, planear episodios, coordinar invitados. Aunque tengo un equipo increíble, yo sigo dirigiendo la parte creativa: qué temas vamos a tocar, cómo los vamos a abordar. Es mucho trabajo, pero el resultado vale la pena.
¿Alguna vez pensaste en rendirte?
Sí, varias veces. Pero lo que me hace seguir es saber que, aunque sea a una persona, le está sirviendo. Desde niña decía que quería ayudar. Pienso que, si alguien escucha el podcast y eso lo hace buscar ayuda, ya valió la pena. Nunca ha sido un proyecto para volverme influencer o famosa, siempre ha sido para ayudar.
¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje?
Que yo también me he sanado haciendo el podcast. Escuchar a los invitados, hablar de ciertos temas, me ha hecho darme cuenta de cosas mías que no sabía. Ha sido un proceso muy retador pero también muy terapéutico.
¿Cuál es el consejo que más recuerdas cuando las cosas se ponen difíciles?
Lo tengo tatuado: Adelante. Mi abuelo era un hombre de pocas palabras y siempre me decía eso. Para mí significa que, sin importar cómo te sientas, bien, mal o regular, la única opción es seguir adelante.
¿Cómo defines el éxito?
Para mí el éxito es sentirme tranquila al final del día. Durante muchos años perseguí el éxito que me enseñaron: ir a una Ivy League, tener el mejor trabajo, ser perfecta. Eso me hizo muy infeliz. Hoy el éxito es estar en paz conmigo misma, con lo que hice, con quién soy. Simplemente existir y agradecer que estoy viva.
¿Qué es lo que más disfrutas del podcast?
Las historias. Ver cómo se crea un espacio seguro donde los invitados pueden ser vulnerables. Me ha sorprendido muchísimo ver la profundidad de personas que quizá no esperarías, que compartieron experiencias muy íntimas. Eso me conmueve: que alguien pueda escucharlo y pensar “No estoy solo”.
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