Fotos: Israel Hernández
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Timbal de Azúcar: El camino de Sara Levy para endulzar el mundo

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Lo que comenzó como un pasatiempo, se transformó en Timbal de Azúcar. Su fundadora Sara Levy, guiada más por la intuición que por los números, apostó por emprender sin saber exactamente cómo, pero con la certeza de que quería compartir su forma de celebrar. Con disciplina, creatividad y una profunda empatía por sus clientes, ha construido un negocio que combina montaje, repostería, arte y servicio. Timbal de Azúcar es mucho más que mesas de postres, es una experiencia sensorial hecha a mano, y el reflejo de una emprendedora que ha aprendido a disfrutar el camino, incluso en medio del caos.

¿Por qué decidiste ponerle Timbal de Azúcar?

Timbal es un instrumento musical, pero también es un término de cocina, como un timbal de arroz, que da forma a ciertos platos. Yo quería algo que resonara, que sonara fuerte, como un timbal. Le agregué “de azúcar” para hacerlo más dulce, más mío. Cuando lo registré, todavía dudaba un poco, pero el universo me dijo: ya es tuyo y lo asumí como tal.

¿En qué momento supiste que Timbal de Azúcar podía dejar de ser un hobby y convertirse en una empresa?

Fue el mismo negocio el que me fue marcando los tiempos. Siempre he sido muy perseverante y disciplinada, creo que esa combinación ha sido clave. Nunca lo planeé con exactitud, simplemente fui diciendo que sí a cada oportunidad que llegaba, y eso me fue guiando. No soy una persona que planee mucho con números; más bien soy muy aventada. Ha sido una mezcla de intuición, aprendizaje constante y confiar en el proceso.

¿Cuál fue el momento en que sentiste que la marca despegó?

Es algo relativo. Obviamente, hoy tengo más experiencia, un equipo más sólido y eventos más grandes que hace 11 años. Pero en ese entonces, los eventos que hacía ya se sentían enormes para mí. Cada etapa ha sido importante. El crecimiento ha sido constante, pero lo he vivido con la misma emoción desde el inicio.

¿Cuál ha sido uno de los errores o retos que más te han enseñado?

Uno muy fuerte fue cuando, por mal clima, se cayó toda la escenografía de una dulcería que habíamos montado. Tuvimos muy pocas horas para rehacer todo. En los eventos no puedes decir que regresas mañana, es ahora o nunca. Otro momento difícil fue cuando un flete se retrasó por temas de aduana y tuvimos que improvisar todo desde cero. Esos momentos me han enseñado a resolver, a soltar el control y confiar en mi capacidad de reacción.

¿Qué elementos crees que hacen único a Timbal de Azúcar?

La calidad, el servicio y la experiencia. No solo vendemos un producto, vendemos una vivencia. Yo me involucro como si el evento fuera mío, disfruto mucho compartir la fantasía de cada cliente, hacerlo parte de mí. Creo que eso hace la diferencia.

¿Qué valores consideras fundamentales como emprendedora?

La honestidad. Me gusta ser clara con mis clientes, con mi equipo, con lo que entrego. En los eventos nadie cuenta cantidades, pero yo sí sé lo que vendo y lo que prometo. Y también la empatía. Este trabajo me ha enseñado a mirar con otros ojos a quienes me rodean, desde mis empleados hasta los clientes. Va más allá del trabajo, la empatía también transforma la vida personal.

¿Cómo ha evolucionado tu proceso creativo desde que comenzaste?

Ha sido una evolución inmensa. Estoy creando todo el tiempo y, como todo músculo, la creatividad se entrena. Entre más creas, más creativo te vuelves. Además, cuando encuentras un equilibrio personal y profesional, tienes más espacio mental para crear desde un lugar de paz. Antes sentía mucha ansiedad por los tiempos, las exigencias, la logística, hoy he aprendido a canalizar esa ansiedad para seguir disfrutando lo que hago.

¿Cuál ha sido el mejor consejo que te han dado?

Vivir en el presente y soltar lo que no puedes controlar. En este trabajo dependes del clima, de proveedores, de muchos factores externos. No puedes tener control total, así que hay que aprender a fluir. Si no, terminas sin disfrutar el proceso.

¿Qué es lo que más disfrutas de Timbal de Azúcar?

Conectar con mis clientes. He hecho muchas amistades gracias a este trabajo. Cada evento es un mundo, una historia reflejada en dulces, colores y formas. Disfruto mucho ver el resultado final, ver que no hay límites cuando hay creatividad, y trabajar con un equipo talentoso que comparte esa pasión.

¿Cómo defines el éxito hoy?

Para mí, el éxito es tener paz. No busco reconocimiento externo. El éxito es estar enamorada de mi trabajo, tener una buena relación con mi equipo, contar con buenos clientes, estar cerca de mi familia y tener salud. Eso lo es todo.

¿Cómo imaginas Timbal de Azúcar en cinco o diez años?

Lo imagino como una fábrica grande, diversificada en distintas áreas. Hay mucho potencial. Estoy en un momento de consolidar y reestructurar para poder dar el siguiente salto. En eventos, sueño con hacer cosas fuera del país. Y con los productos, quiero una producción más masiva que llegue a más rincones del mundo.

¿Qué te gustaría dejar con Timbal de Azúcar, más allá de lo material?

Quiero que Timbal de Azúcar sea sinónimo de gozo, de momentos felices. Que cada producto, cada montaje, transmita esa sensación de plenitud. Que la gente recuerde con cariño esos instantes donde estuvimos presentes.

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