El espacio nos permite transitar por esta vida, pero ¿qué hay más allá de este?
Cuando una obra sale a la luz, cada espectador empieza a desarrollar su propia interpretación. Es esta libertad de perspectiva y a partir de estos conceptos intangibles, el espacio, la invisibilidad y el vacío, que Pablo Fierro desarrolla sus obras.
Tuve la oportunidad de sentarme a platicar con Pablo Fierro, arquitecto de profesión y escultor por coincidencia (aunque nada en esta vida es coincidencia), y mediante esta conversación pude conocer sobre él, su historia y el proceso creativo en el cual factores intangibles de su imaginario, como son el vacío y la invisibilidad, toman tanto protagonismo como el acero que materializa sus piezas.
Para empezar, cuéntame un poco sobre ti, ¿cuál fue tu formación y dónde nace tu interés por la escultura?
Yo estudié arquitectura, porque me gustan 2 cosas de esta disciplina. La primera: la libertad que tienes cuando creas algo. Que a pesar de que en arquitectura tienes que cumplir con una función, también te da la posibilidad de la forma. La segunda, es que cuando no estemos aquí lo que hagas y algo que imaginaste en tu cabeza va a perdurar por muchísimos años más que nosotros, nuestros hijos, nuestros nietos.
La parte de la escultura fue cero planeada, se dio de manera orgánica. Unos amigos me invitaron a Tulum a hacer un proyecto arquitectónico. Este constaba de cuatro casas con una entrada medio exótica y una escultura en el centro, y justo lo que más gustó del proyecto y que se hizo un poco viral fue la escultura. Fue entonces cuando, al ver el impacto que esto tenía en las emociones de la gente, y darme cuenta de cómo podía cambiarles el día, permitirles reconectar y experimentar muchísimas sensaciones, me enamoré de esta disciplina. Al encontrarme con la escultura, vi que el arte me ofrecía las dos cosas que más me gustaban de la arquitectura: por un lado, la libertad creativa, ya que en el arte no tienes que cumplir ninguna función más que conectar con las emociones de las personas; y por otro, la trascendencia, gracias a los materiales que utilizo, principalmente el acero inoxidable, que permite que las piezas perduren por muchísimos años.
¿Cuáles son los tropos que retomas al crear cada una de tus piezas?
Me encanta el uso de las metáforas. Para mí, las perspectivas de ver la vida son como las perspectivas de ver mis piezas. Siempre dejo mucho vacío, mis exposiciones tienen más vacío que materia. Utilizo alegorías de historias que suceden en esos vacíos, y son estas las que invitan a la reflexión de las personas.
Por ejemplo, apenas llevamos un golfista a Querétaro, que su historia detrás de esos vacíos es interesante, especialmente como cada pieza tiene su razón; y tú dirías es un golfista y ya. Esa pieza se llama el “Silencio del Swing”, y la historia detrás de eso es qué pasa después de un tiro perfecto. Es importante en qué movimiento deseas representar al golfista. Ahí decidí hacerlo al final del swing, la pieza se llama así pues invita a reflexionar que es importante que cada quien tenga su historia. Yo tengo la mía pero lo que me interesa es que las demás personas también hagan su propia historia, de lo que ven y viven. Ahí donde ya le pegó el golfista, ya no tiene nada que probar. Es un tipo muy bueno pero, al moverte alrededor de él, desaparece. Habla de que, a pesar que es muy bueno, el éxito no necesita pruebas no necesitas ruido. Y vale mucho más el éxito de un buen golpe cuando desapareces. Y cuando ya lo haces bien, cuando logras ese éxito, te vas en silencio.
¿Cómo nació tu técnica de trabajar con el vacío y los espacios, y por qué es tan importante para ti?
La idea de trabajar con el vacío y los espacios surgió un poco influenciada por mi maestría. Aunque era de arquitectura, utilizábamos código, y eso me abrió a experimentar. He desarrollado varias técnicas; por ejemplo, una donde uso perfiles de acero de distintos anchos y longitudes para crear figuras. Pero esta técnica en particular, la del vacío, la he ido perfeccionando con el tiempo. La primera pieza que hice con esta concepción fue el toro que ahora está en la Bolsa Mexicana de Valores. Lo que me fascinó es cómo la pieza podía representar muchas cosas, dejando al espectador la libertad de reflexionar y ver lo que deseara en esos vacíos. Con el tiempo, fui mejorando la técnica. Ahora, al usar acero inoxidable, que refleja, el efecto me ha gustado más. Personalmente, me cautiva ese resultado de infinito: en las piezas grandes, se aprecia cómo el material se desvanece, haciéndose completamente invisible, casi como si se extendiera hasta el infinito.
¿Tienes algún ritual para antes de empezar tus piezas, así como para hacer fluir la creatividad?
Tal cual un ritual no, creo que la creatividad tiene que fluir dentro de rutina diaria. Es una comunión de la rutina y de la disciplina. La creatividad nace justamente cuando no la estás esperando.
¿Cuál ha sido el proyecto más desafiante para ti?
Pues mira, cada una de las piezas tiene sus propios retos. Te emocionas al terminar una, y enseguida surge otra idea que te impulsa a crear, y es esa nueva la que se convierte en tu mayor desafío. El caballo fue el más grande hasta ese momento. Pero para la exposición de Puebla, estoy trabajando con piezas de tres metros y medio y eso presenta retos completamente distintos. También hay que considerar toda la logística como el ancho de los camiones para transportarlas, las grúas, el peso que soportan las estructuras. Incluso en el museo, tenemos que asegurar que el tamaño de las piezas sea compatible con el de las puertas. Así que, en realidad, cada pieza es un reto en sí misma.
¿Cuáles son tus proyectos próximos?
Voy a tener una exposición en el museo barroco en Puebla. Es un museo padrísimo que hizo Toyo, uno de los starquitects. Es un museo increíble, de primer mundo, tiene unas instalaciones increíbles con muros que se adaptan, entonces hay muchísima posibilidad de obra increíble ahí. El Museo tiene un vórtice, que le llaman ellos, como un lago en medio. Ahí voy a exponer, voy a llevar más de 50 piezas, junto con Santiago Carbonell, el 3 de octubre.
¿Qué sigue para Pablo Fierro?
A largo plazo, me gustaría regresar a la arquitectura, que es mi pasión. Por ahora, y después de ver el impacto que mis piezas han tenido en la gente y cómo pueden cambiarles el día, me encantaría poder llevar esos sentimientos a mucha más gente, teniendo esculturas en más lugares del mundo. Me di cuenta, un poco tarde, que el arte es lo que también resalta y le da vida a la arquitectura. Por eso me gustaría regresar a construir pero integrando toda esta parte artística.
La plática llegó a su fin, pero antes de irse, Pablo me dejó con una frase que no podía no compartir:
“Creo plenamente que los espacios de contemplación son importantes para que la sociedad se desarrolle de una manera más consciente y más sensible”.
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