El viaje de un actor siempre está marcado por personajes que dejan huella. Para Víctor Varona, ese papel llegó con Lion en la trilogía Culpables, un fenómeno global que lo convirtió en uno de los talentos mexicanos más prometedores de su generación. Con carisma, resiliencia y una voz propia dentro de la industria, el actor se despide de esta etapa que lo llevó de México a España y lo posicionó frente a millones de espectadores en más de 190 países. Hoy, mientras se prepara para el estreno de Culpa Nuestra, Varona reconoce que cierra un ciclo que lo transformó tanto en lo personal como en lo profesional.

¿Cómo te preparas para un nuevo papel?
Tengo un proceso bastante intenso, casi obsesivo. Cuando me llega un nuevo proyecto, me meto de lleno en la construcción del personaje. Muchas veces los castings en los que me he quedado son personajes parecidos a mí, pero siempre busco variantes para diferenciarlos.
Cuando me tocan personajes más extremos, como un drogadicto o un violador, lo que hago es estudiar a fondo la psicología de ese tipo de personas: leo, veo series, investigo y eso me ayuda mucho a meterme en su mundo. Soy muy disciplinado y me obsesiono bastante hasta sentir que puedo darle verdad al papel, sobre todo cuando es algo radicalmente distinto a lo que soy en la vida real.
¿Cómo logras mantener esa barrera entre el personaje y tu vida personal?
Es complicado. Al inicio me costaba mucho separar las emociones del trabajo. Por ejemplo, nunca fui alguien que llorara fácilmente, pero en esta carrera eso es esencial. Entonces, cuando tenía que grabar escenas de llanto, me metía tanto en el personaje que desde que despertaba me ponía en mood triste: escuchaba música melancólica, pedía que no me hablaran, me aislaba. Eso me ayudaba a lograr la escena, pero después me afectaba todo el día. Recuerdo una vez que llegué a mi casa, me metí a bañar y terminé llorando desconsoladamente sin saber qué me pasaba. Con el tiempo he aprendido a equilibrarlo mejor, porque si no encuentras ese balance sí puede generarte algún problema.
En una industria cada vez más diversa, ¿qué significa para ti representar a México?
Para mí es una responsabilidad enorme y la llevo con mucho orgullo. Siempre recalco que soy mexicano, porque mucha gente no lo cree. Y además está el hecho de ser afromexicano, algo de lo que se habla muy poco. Así que siento que tengo un doble propósito: poner el nombre de México en alto en producciones internacionales y, al mismo tiempo, visibilizar a la comunidad afrodescendiente mexicana.
¿Cómo fue abrirte camino y convertirte en el único mexicano en Culpa mía?
Fue todo muy rápido y sorpresivo. Yo estaba grabando una serie en Argentina cuando me llegó el casting. La verdad no le di tanta importancia porque no sabía el peso que tenía la historia ni el fanbase que ya existía. Creo que eso me ayudó a no ponerme nervioso. De pronto me dieron la noticia de que me quedé, y no me lo podía creer. Llamé a mi familia, lloraron, mis amigos también. Recuerdo que iba en el coche después de un llamado cuando me avisaron, y ese mismo día salimos a celebrar.
¿Qué retos has enfrentado al darle vida a tu personaje a lo largo de tres películas?
Más que en la interpretación, el reto fue personal: vivir fuera de mi país tanto tiempo. Pero lo más difícil ha sido decirle adiós al personaje. Saber que quedará inmortalizado en las películas y en los libros es muy fuerte. Es complicado despedirse de toda la experiencia.
¿Cómo has evolucionado tú junto con tu personaje?
Muchísimo. El tiempo ha pasado muy rápido. He visto cómo mi personaje madura, y al mismo tiempo yo también. Creo que lo que más me llevo de él es la importancia de mantener cerca lo que realmente valoras, sin importar las adversidades.

¿Cómo fue la dinámica con el elenco?
Increíble. Me llevo a personas que se convirtieron en amigos de verdad. Al ser un elenco joven, la convivencia era muy especial: salir de fiesta después del rodaje, ir de compras, compartir momentos fuera del set. Eso fortaleció mucho los vínculos. Por ejemplo, con Gabriel tengo una amistad muy cercana; siempre que voy para allá me insiste en que me quede en su casa. En general, fue un ambiente hermoso, de esos que uno se lleva para toda la vida.
¿Alguna anécdota que recuerdes con cariño?
Tengo muchas. No podría elegir una sola porque pasaron tantas cosas durante esos años, pero las salidas grupales con todo el elenco fueron memorables. Esa energía juvenil y de compañerismo marcó la experiencia.
¿Qué podemos esperar de Culpa nuestra?
Diría que es la más emotiva de las tres. Para muchos, será la mejor. Es el cierre de la historia, con momentos muy emblemáticos que seguro harán llorar al público.
¿Qué enseñanza personal te deja haber formado parte de esta trilogía?
La importancia de no quitar el dedo del renglón. Esta carrera es dura, necesitas paciencia, humildad y, sobre todo, amor por lo que haces. Si trabajas con pasión y disciplina, en algún momento las oportunidades llegan. También aprendí lo valioso que es rodearte de gente que te quiere ver crecer, porque este medio está lleno de envidias. Tener una base sólida de amigos y familia lo es todo.
Si tuvieras que describir en una palabra lo que significaron estas películas para ti, ¿cuál sería?
“Inesperado”. Como actor nunca sabes cuál será el proyecto que explote. Yo lo hago por amor al arte, pero cuando algo conecta de esta manera es una locura.
¿Qué sigue para ti después de esta historia?
Hay proyectos en puerta de los que aún no puedo hablar, pero me encantaría interpretar a un deportista en una película biográfica, algo inspirador y motivacional. Y, por otro lado, me fascinaría incursionar en el género del terror, que es mi favorito. Sería un sueño cumplido.
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