“¿Qué gatos son los que visten Loro Piana?” pregunta Belinda en los primeros segundos de Heterocromía, su nuevo sencillo inspirado en Los Aristogatos. Y con una sola línea, la cantante mexicana introduce al mundo del pop latino una marca que, hasta ahora, era territorio exclusivo de multimillonarios silenciosos, aristócratas europeos y herederos del viejo dinero. Pero, ¿de dónde viene realmente esta casa de lujo que evoca más monasterio textil que pasarela? ¿Y por qué se ha convertido en un ícono de distinción tan silenciosa como absoluta.

UNA FAMILIA, UN APELLIDO, UN TEJIDO: LA HISTORIA DE LORO PIANA
Loro Piana es, literalmente, un legado. Su nombre proviene de Pietro Loro Piana, quien en 1924 fundó la compañía moderna en Quarona, un pueblo enclavado en el Piamonte italiano, región conocida desde la Edad Media por sus tejidos de lana. Pero la historia textil de la familia es más antigua: ya desde el siglo XIX, los Loro Piana comerciaban lanas y textiles, formando parte de esa tradición norteña donde el lujo nace de lo artesanal, no del artificio.
La empresa fue, desde el principio, una celebración de lo natural. No se trataba de confeccionar moda, sino de elevar la materia prima a su expresión más pura. La familia no diseñaba colecciones, sino que buscaba en los rincones más remotos del planeta las fibras más nobles del reino animal. ¿El resultado? Loro Piana se especializó en lo que nadie más podía tocar: vicuña, baby cashmere, lotus flower, alpaca royal. Cada fibra, una leyenda; cada prenda, una inversión.

¿QUÉ ES EXACTAMENTE EL BABY CASHMERE? ¿Y POR QUÉ CUESTA UNA FORTUNA?
El baby cashmere es uno de los productos estrella de la casa, y su historia es tan poética como exclusiva: solo puede recolectarse una vez en la vida de una cabrita del Altái (una región montañosa entre Mongolia y China), cuando tiene menos de un año. La lana es extraída a mano durante el cambio de pelaje primaveral, y su volumen es tan escaso que, para un suéter, se necesitan las fibras de al menos 19 animales.
Y luego está la vicuña: el animal más protegido de los Andes y símbolo del imperio incaico. Su lana, más fina que el cashmere, solo puede ser esquilada cada tres años en ceremonias controladas llamadas chaccus. Loro Piana fue una de las pocas casas autorizadas a trabajar con vicuña legalmente, después de colaborar con el gobierno peruano para garantizar prácticas sostenibles.
Este tipo de detalles explican por qué un abrigo de Loro Piana puede costar lo mismo que un auto de lujo, y por qué los verdaderos connaisseurs de la moda —los que hablan en susurros— han hecho de la marca su uniforme personal.

DE PIETRO A SERGIO Y PIER LUIGI: HEREDEROS DE UN IMPERIO TEXTIL
La marca fue dirigida durante gran parte del siglo XX por los descendientes directos de Pietro, especialmente por sus sobrinos Sergio y Pier Luigi Loro Piana, quienes no solo expandieron la empresa, sino que la convirtieron en un símbolo de innovación sin abandonar sus raíces. Ellos viajaban personalmente a Mongolia o a Perú para negociar con pastores y garantizar la excelencia de las fibras.
Bajo su liderazgo, Loro Piana no solo se mantuvo como proveedor de textiles a medida para otras casas de lujo (como Hermès, Chanel y Brioni), sino que también lanzó sus propias colecciones de ropa masculina y femenina, con el mismo espíritu: discreción, perfección, pureza. Y, por supuesto, sin un solo logotipo a la vista. Porque lo verdaderamente exclusivo no se grita.

LUJO SIN ESCÁNDALO (¿O CASI?)
La familia Loro Piana ha sido, históricamente, extremadamente reservada. A diferencia de otras dinastías italianas del lujo como los Versace o los Missoni, su vida privada ha permanecido al margen de la prensa rosa. Sergio y Pier Luigi, quienes llevaron la marca a su máximo esplendor antes de venderla a LVMH, eran conocidos por su bajo perfil, su devoción al mundo textil y su gusto por la vida campestre —más cerca del mundo de Call Me By Your Name que de los escándalos de House of Gucci.
No obstante, el apellido ha sido sinónimo de poder en el norte de Italia durante décadas. Aunque no hay escándalos públicos ligados a drogas, fraudes o romances mediáticos, lo que sí se ha señalado en círculos empresariales es su posición privilegiada en la cadena de suministro de fibras raras. Algunos críticos (pocos y discretos) han cuestionado si una marca que presume prácticas sostenibles puede realmente garantizar trazabilidad ética en regiones tan remotas como Mongolia o los Andes. Sin embargo, Loro Piana ha trabajado con organismos gubernamentales para demostrar justamente lo contrario: su colaboración con el gobierno peruano para proteger a la vicuña es uno de los mayores logros de sostenibilidad textil del mundo del lujo.
Otro detalle curioso es que, tras la compra por parte de LVMH, varios antiguos empleados y casas más pequeñas del norte de Italia señalaron con nostalgia que el “alma artesanal” de Loro Piana podría perderse en el marco corporativo del grupo francés. Pero hasta ahora, la familia ha conservado el 20% de participación, y Pier Luigi Loro Piana sigue involucrado como vicepresidente honorario.

LA COMPRA DE LVMH: EL DÍA QUE EL LUJO SILENCIOSO ENTRÓ AL CLUB DE LOS TITANES
En 2013, el mundo de la moda se sacudió: Bernard Arnault, el todopoderoso de LVMH (propietario de Louis Vuitton, Fendi, Dior y más), compró el 80% de Loro Piana por 2 mil millones de euros. Fue la adquisición más cara de la historia del grupo hasta ese momento. Arnault, visionario, entendía que el verdadero lujo del futuro no estaría en lo ostentoso, sino en lo esencial.
A pesar de la compra, los Loro Piana se mantuvieron al frente de la parte creativa y del control de calidad. El legado se protegió. Y la marca comenzó una expansión delicada pero certera, con boutiques en París, Nueva York, Londres y —por supuesto— en Palacio de Hierro en México, donde se convirtió en un símbolo de distinción entre los herederos más discretos de la élite mexicana.

DE SUCCESSION A BELINDA: CUANDO EL LUJO SILENCIOSO SE VUELVE POP
Aunque la marca nunca ha tenido campañas publicitarias masivas al estilo Gucci o Chanel, sí ha trabajado cuidadosamente el placement de producto en universos muy específicos. La elegancia austera de Loro Piana se ha hecho presente en personajes que representan el nuevo poder: los millonarios callados, los herederos despiadados, los dueños del mundo.
Uno de los ejemplos más notorios es la serie Succession (HBO), donde muchos de los abrigos, bufandas, suéteres y chalecos usados por los personajes principales (especialmente Kendall Roy, interpretado por Jeremy Strong) provienen de Loro Piana. De hecho, en Reddit y foros de moda se han hecho auténticas disecciones del “Roycore”: ropa cara, sin logos, en tonos neutros, cuyo principal objetivo es demostrar poder a través del desinterés aparente.
También ha sido usada por personajes en películas como The Gentlemen (Guy Ritchie), The Undoing (Nicole Kidman), y discretamente en No Time To Die, donde James Bond (Daniel Craig) luce una chaqueta de Loro Piana en tonos tierra.
En el mundo real, ha sido elegida por figuras como Angelina Jolie, Steve Jobs (quien compraba su cashmere allí), Jennifer Lawrence, Jeff Bezos, Gisele Bündchen, y, en los círculos aristocráticos, por miembros de las casas reales de Mónaco, Grecia y España. Incluso la reina Letizia ha sido vista en abrigos que podrían rastrearse a colecciones de la marca, aunque sin confirmación oficial —porque así es Loro Piana: lujo que no se declara.

GONZALO HEVIA BAILLÈRES, PALACIO DE HIERRO Y EL CONTEXTO MEXICANO
En México, la marca se comercializa exclusivamente en Palacio de Hierro, parte del imperio de la familia Baillères. Gonzalo Hevia Baillères, descendiente directo del grupo y conocido por su presencia en los círculos más selectos del país, fue pareja de Belinda. Por eso, no pasó desapercibido el guiño afilado que la cantante lanza en Heterocromía: “¿Qué gatos son los que visten Loro Piana?”.
La frase, que abre el tema con tono irónico y aristocat chic, funciona como sátira pop de toda una cultura de herencia, privilegio y cashmere. Belinda no sólo se burla del estatus, lo disecciona: convierte el lujo silencioso en meme musical, el cashmere en código, y al gato fino, en ícono de la época.
La ironía de Belinda no solo es divertida: es precisa. Porque hoy, la estética aristocrática —esa mezcla de cashmere, mármol, lores ficticios y descendientes reales— ha regresado como aspiración cultural. Loro Piana no solo representa ese universo: lo encarna.
Y si los nuevos gatos del pop latino cantan sobre abrigos de baby cashmere, no es solo porque sea caro, sino porque es sutil. Porque en tiempos de ruido, lo verdaderamente lujoso, como un abrigo de Loro Piana o una buena indirecta en clave Disney, no necesita explicación, solo estilo.