Linda Achar no solo pinta, investiga, conceptualiza y transforma ideas en imágenes. Su trabajo como pintora va mucho más allá del lienzo. Cada obra nace de un proceso profundo que involucra investigación, búsqueda de referencias, lectura y reflexión. Para Linda, el arte no es únicamente el acto de pintar, sino una práctica integral que abarca múltiples dimensiones creativas. Su día a día está lleno de tareas distintas, todas conectadas con su deseo de expresar algo auténtico a través del color, la forma y la emoción.
¿Cuándo descubriste tu pasión por la pintura?
Mi pasión por la pintura ha estado conmigo desde que era niña, aunque no la había visto claramente como una pasión en ese momento. Siempre tuve una inclinación por la creatividad, pero fue hasta 2018 cuando ese deseo de pintar se volvió más fuerte. Decidí empezar a pintar en serio, comencé en una escuela y, en el momento que hice el segundo cuadro, supe que esto era lo que quería hacer. A partir de ahí, tomé la decisión de quedarme en el mundo de la pintura.
¿Hubo algún artista que influenciará tu estilo?
Sí, definitivamente. Mi estilo se va modificando conforme al proceso, y me van influenciando otros artistas, pero uno de los artistas que más me influye es Jenny Saville, una artista inglesa. Me fascina su trabajo, especialmente sus retratos, que son grandes, coloridos y muy expresivos, esto creo que es lo que más me atrae. Su estilo de trabajo, con capas de dibujo y dinamismo, me impacta profundamente. También me inspira el trabajo de artistas contemporáneos como Lucian Freud, por la forma en que realiza sus trazos, las pinceladas. Hay muchos artistas de los cuales me gusta buscar referencia de ellos, porque aprendo mucho de ver obras de ellos, como solucionan las composiciones, el color, cómo integran el arte abstracto y figurativo, que es algo en lo que también estoy trabajando mucho.
¿Qué te inspira a crear una nueva obra?
Las razones por las que creo una nueva obra son variadas. A veces es simplemente un sentimiento o una emoción que quiero expresar en esa pintura, este es el paso más complicado. Otras veces ya tengo un concepto planeado desde antes, pero por falta de tiempo no lo he podido llevar a cabo. Por ejemplo, participé en una exposición en Puebla en el INAH, donde el tema era “Pinta tu mundo”. A partir de ese concepto y del formato octogonal que nos dieron, comencé a trabajar en una nueva pieza, me llamó la atención el formato y quería hacer un efecto distinto visto en ese formato, es muy diferente trabajar en un cuadrado o rectángulo que en un octágono.
Se combinó muy bien un sentimiento que traía de libertad y comencé a trabajar con la pregunta ¿Cómo meto este sentimiento de expansión en este octágono?, bocetando, sintiendo y tomando fotos, puedo tomar mejores decisiones. Para mí, la inspiración también proviene de mis propios estudios fotográficos y de buscar referencias o de crear mis propias referencias que se alineen con lo que quiero expresar en la obra.
¿Cómo decides cuándo una obra está terminada?
Como artista, siempre siento que puedo seguir trabajando en una obra, siempre hay algo más que podría cambiar o mejorar. Sin embargo, creo que el cuadro tiene un ciclo, y cuando siento que he expresado lo que quería transmitir, se comprenda lo que quieres, sé que ha llegado al final. Técnicamente, la composición debe estar armónica y emocionalmente debe comunicar lo que busco. Ahí es cuando sé que ya está terminada.
¿Has tenido bloqueos creativos? ¿Cómo los superas?
Claro, sí he tenido bloqueos creativos. En uno de esos momentos, estuve en el estudio todos los días, pero no agarraba un pincel. La procrastinación fue fuerte, pero creo que esos momentos de pausa son necesarios. Después de un tiempo de no pintar, de ver referencias, libros, empecé a dibujar. Un buen maestro me dijo que hiciera un dibujo todos los días, aunque fuera un garabato, una carita, un ojo. Eso me ayudó a volver a conectar con el ritmo del trabajo y el proceso creativo. También me ayudó tener obras en proceso que podía revisar y reflexionar. Las pausas a veces ayudan a ver las obras con una perspectiva diferente.
¿Tienes algún simbolismo o mensaje en tus obras?
Sí, al principio mi trabajo se centraba mucho en expresar injusticias que me molestaban, pero con el tiempo me alejé de eso, porque quería mostrar la variedad de gente que hay en el mundo, me encanta hacer retratos y creo que todos somos una historia y un mundo entero distinto. Me gusta mostrar la diversidad de las personas, los diferentes contextos y emociones humanas. Últimamente he trabajado en temas como la libertad, la expansión, el amor y la crítica. Mi intención es reflejar la riqueza de la humanidad y cómo, a pesar de nuestras diferencias, todos somos parte de este mundo.
¿Cuál ha sido tu mayor reto como pintora?
Mi mayor reto ha sido encontrar las referencias adecuadas para mis obras. Muchas veces no he podido encontrar la imagen exacta que tenía en mente y eso ha sido frustrante. Además, el tiempo es otro desafío. Como mamá, tengo que balancear mi tiempo entre mis hijos y mi trabajo, y aunque me gustaría dedicarme a pintar toda la noche, tengo que ser consciente de mis responsabilidades. Es complicado, pero trato de hacer lo mejor con el tiempo que tengo.
Si pudieras hablar con tu versión más joven, ¿qué consejos le darías sobre el arte?
Le diría que empiece a escribir desde el principio, creo que de ahí sale un montón de trabajo interesante para pintar, que haga sketches todos los días, eso ayuda mucho. También le aconsejaría que no se preocupe por lo que otros piensen de su obra. Que pinte porque le gusta, sin preocuparse de si gustará o no. La obra es para uno mismo, y si a los demás les gusta, qué bien, pero lo importante es ser fiel a uno mismo.
¿Qué valores son fundamentales para ti dentro del ámbito de la pintura?
Para mí, la congruencia es esencial. entre lo que soy y lo que pinto. Lo que pinto debe reflejar quién soy, mis emociones y mi visión. Es importante que mi trabajo sea honesto y que exprese algo significativo, ya sea bueno o malo. Lo más importante es que sea una obra que exprese emociones genuinas y que, a través de la pintura, pueda aportar algo al mundo.
¿Qué es lo que más disfrutas de pintar?
Lo que más disfruto es perderme en el proceso. Cuando pinto, olvido el tiempo, el celular, el mundo. Es como entrar en trance, un estado de concentración total. Ese momento de estar completamente presente y conectado con lo que hago es lo que más me gusta.
¿Te gustaría dejar algún legado con tus pinturas?
Claro, me gustaría ser recordada como una persona que, a través de su arte, transmitió algo positivo. Que mi obra pueda hacer sentir algo bonito a las personas, incluso después de que yo me haya ido. Me encantaría que alguien al ver mi trabajo, pueda disfrutar de una obra y que realmente la valore.
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