La Sirène es más que una tienda de lencería, es un espacio de expresión, de placer cotidiano y de amor propio. Nacida del deseo de ofrecer algo diferente en el panorama mexicano, esta boutique celebra la feminidad desde una mirada vintage, coqueta y profundamente libre.
Su fundadora Maria Murillo es una amante declarada de la lencería, desde la adolescencia entendió que estas prendas no son solo un adorno estético o una herramienta de seducción, sino un acto íntimo de empoderamiento. En esta conversación, nos comparte el origen de su proyecto, los retos de emprender en un sector todavía lleno de tabúes, y su visión de un espacio donde las mujeres pueden sentirse vistas, cómodas y dueñas de su deseo.

Cuéntame un poco de tu historia y cómo nació tu marca
Hace dos años inicié una marca de lencería. Lo que más disfrutaba del proceso no era solo la ropa en sí, sino el universo alrededor de ella. Siempre me ha fascinado la lencería, y sentía que en México hacía falta un espacio para encontrar piezas más especiales, más allá de las marcas típicas como Victoria’s Secret.
Por esta necesidad y mi afinidad con la lencería, decidí crear un espacio diferente. “La Sirène” no es solo una tienda de lencería, también hay ropa relacionada con ese universo, piezas vintage, abanicos antiguos, libros, revistas y referencias a la estética vedette y pin-up, sobre todo con un toque latinoamericano. Me inspira muchísimo esa cultura y quise reflejarla en el concepto de la tienda.
Más allá de vender lencería, quiero que el espacio sea divertido, rosa, acogedor y pensado para las mujeres. Además, todas las marcas que manejamos son lideradas por mujeres, tanto nacionales como internacionales.
¿Qué te llamó tanto de la lencería como para decidir dedicarte a esto?
Es una historia muy chistosa. Mi mamá siempre ha sido fan de la lencería, así que crecí con una fuerte apreciación por su valor estético y su importancia. Cuando estaba en secundaria y prepa, en mi colegio católico, solía usar lencería debajo del uniforme. Mis amigas siempre tenían curiosidad por saber qué llevaba puesto, y en ese proceso descubrí algo clave: la lencería no es solo una prenda, es un acto de amor propio.
Más allá de su lado sensual o erótico, tiene un impacto en cómo te sientes contigo misma. Hay días en los que puedes no sentirte tan bien o tan guapa, pero el simple hecho de llevar algo bonito debajo de la ropa te cambia el ánimo. Es como un pequeño superpoder. En México, la lencería sigue siendo un tema un poco tabú, y quiero ayudar a que las mujeres la vean como algo más que solo una prenda, me gustaría que lo vieran como una forma de expresarse y sentirse bien consigo mismas.
¿Cómo elegiste el nombre “La Sirène“?
Cuando estaba buscando un nombre, quería algo que representara la esencia de la tienda. Me inspiré en la figura mitológica de la sirena, cuyo canto llevaba a los marineros a la perdición. No es que la lencería tenga ese propósito, pero me pareció un guiño coqueto y divertido. Siempre me ha fascinado la imagen de la sirena en el cine y la cultura pop, así que tuvo sentido para mí.
¿Cómo describirías la misión y visión de tu proyecto?
La misión es crear un espacio para mujeres y para marcas emergentes, tanto nacionales como internacionales, que no tienen muchos lugares donde exhibirse. Quiero que sea un sitio seguro y acogedor, que no solo venda lencería, sino que también tenga una fuerte conexión con la cultura, el cine, los libros y la estética vintage.
La visión es construir un universo rosa, coqueto y accesible. Muchas veces, la lencería y los juguetes sexuales se presentan con una imagen intimidante, oscura o demasiado seria. Yo quiero que “La Sirène” rompa con eso, que sea un lugar donde las mujeres se sientan cómodas explorando su feminidad, su deseo y su expresión personal.
¿Qué tan importante es el servicio al cliente en un negocio como este?
Es fundamental. La lencería es algo muy íntimo, y por eso quise que la experiencia de compra fuera diferente. Tenemos un timbre en la entrada y una cortina para ofrecer privacidad a las clientas. Si hay alguien probándose algo, bajamos la cortina para que se sienta cómoda. Muchas veces las mujeres vienen con amigas y quiero que la experiencia sea especial, íntima y bien cuidada.
¿Cómo manejas las temporadas y la selección de productos?
No sigo las temporadas tradicionales. Desde el principio decidí hacer lanzamientos pequeños y constantes, en lugar de colecciones por estaciones del año. Así, siempre hay piezas nuevas en la tienda y no depende de una época específica para comprar lencería.
Claro que hay tendencias: en verano, por ejemplo, la gente busca piezas más ligeras. Pero la idea es que en cualquier momento puedas encontrar algo especial en la tienda.
¿Qué consejos le darías a alguien que quiera abrir una tienda de lencería?
Investigar muchísimo. Yo hice mucho research antes de comenzar y eso me ayudó a tomar mejores decisiones. No todas las marcas responden de inmediato, hay que ser paciente. También es clave elegir productos de calidad, con una producción ética y bien cuidada. No todas mis marcas son sustentables, pero sí trato de que todas tengan procesos responsables y materiales de buena calidad.
¿Cuál ha sido el mayor reto al iniciar este proyecto?
Hubo varios, pero el más grande fue trabajar con marcas internacionales. Ganarme su confianza no fue fácil, muchas no respondieron al principio. Ahora que ya abrimos y han visto el espacio, más marcas han mostrado interés. También la importación ha sido un desafío, traer los productos a México es un proceso complicado.
¿Cuál ha sido el mejor consejo que te han dado?
Que disfrute cada etapa del proceso. Desde remodelar el local hasta contactar a las primeras marcas, todo ha sido un aprendizaje. A veces el estrés te consume, pero trato de recordarme que este momento es único y hay que vivirlo con emoción.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?
Me encanta estar en la tienda, los días se me pasan volando. Lo que más disfruto es la curaduría, encontrar nuevas piezas, descubrir marcas y crear el universo de “La Sirène“. También me emociona mucho ver la reacción de las clientas, especialmente cuando descubren la lencería como una forma de amor propio. Más que una tienda, quiero que “La Sirène” sea una plataforma para las mujeres, un espacio donde puedan explorar su feminidad sin tabúes y sin miedo. Aunque hemos avanzado mucho, en México sigue habiendo muchas barreras en torno a la sexualidad y el placer femenino. Quiero contribuir a romper esas barreras y ofrecer un lugar donde cada mujer pueda sentirse libre de descubrirse a sí misma.
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