Ubicado en la calle de Sinaloa, en el corazón de la colonia Roma, Galea CDMX es un restaurante que fusiona la esencia de la cocina italiana con una perspectiva moderna y creativa. Bajo la dirección del chef Rafael Zaga, este restaurante se ha convertido en un referente para los amantes de la alta cocina y las experiencias culinarias memorables.
Desde el momento en que cruzamos la puerta de Galea, la atmósfera nos envolvió en una sensación de calidez. El servicio fue impecable desde el primer instante. Durante toda la velada, los meseros se mostraron atentos, ofreciendo recomendaciones acertadas y asegurándose de que cada plato y copa llegara en el momento perfecto.
Entradas
Como entradas, nos recomendaron el betabel con stracciatella y las mil hojas de camote. Ambos platillos tienen muy buenos contrastes, pero sin duda alguna, mi favorito fue las mil hojas de camote, el cual me sorprendió desde la primera mordida. El camote se complementaba de manera mágica con el pecorino romano y la gremolata de pepita. El equilibrio entre lo dulce del camote y la intensidad del queso creaba un contraste delicioso que preparaba el paladar para el resto de la experiencia.
Pastas
En cuanto a las pastas, probamos la Garanelli y la Capellacci. La verdad, ambas están espectaculares. Por su parte, la Garanelli, llena de cremosidad y un ligero dulzor, se convirtió en uno de mis platillos favoritos. Y la pasta Capellacci no se queda atrás, delicadamente rellena de pato, se realza con el contraste dulce y ácido de las cerezas amarena y las cerezas encurtidas, que aportan una vibrante complejidad al plato.
Platos principales
Los platos principales fueron una verdadera celebración de sabores y texturas. La pesca del día brilló con una frescura impecable. Por otro lado, la silla de cordero nos impresionó con su terneza y profundidad de sabor. Cada bocado resaltó la calidad y creatividad de la cocina.
Es importante destacar que cada plato fue acompañado de un maridaje muy bien curado, lo cual realzaba aún más los sabores de cada platillo.
Postres
Los postres, a cargo de la talentosa chef pastelera Michelle Catarata, cerraron la tarde con broche de oro. En especial, la Torta al Formaggio, con su cremosidad irresistible, se elevó con el toque ahumado del malvavisco tostado. Un postre que definitivamente no te puedes perder.
El restaurante es una experiencia sensorial que te envuelve por completo, donde lo acogedor del ambiente te permite reconectar con viejos amigos, compartir una copa de vino y redescubrir con nuevos ojos a quienes más queremos, como esa hermana menor que hoy se siente más cercana, o ese papá que ya no ves tan seguido. Definitivamente es un encuentro digno de repetirse.
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