Hay días en los que prender un incienso se siente como un momento de calma. Días en los que todo lo que quieres es desconectarte del ruido, aunque sea por 20 minutos. Últimamente, eso que antes parecía “místico” está en todos lados: desde los aceites esenciales hasta esa amiga que ahora hace breathwork y esta obsesionada con los libros de Joe Dispenza. No es casualidad. Ser espiritual está de moda, y no es solo un trend: es una forma de volver a ti.



Sanar más allá de una tendencia
Se trata de hacer espacio. Respirar profundo. Ver el cielo sin pensar en nada. La espiritualidad de ahora no impone reglas ni existe una receta fija. Es más bien un poco de todo: algo de journaling, meditaciones y ver hacia dentro. Es ir a terapia pero también ser consiente de todo eso que queremos cambiar en nuestra vida para bien.



Los nuevos templos del bienestar
Primero fue una clase de yoga. Después una sesión de sound healing en un estudio bonito que olía a palo santo. Luego, sin darte cuenta, estabas en el sauna con amigas, haciendo respiraciones profundas antes de lanzarte al cold plunge.
Hay algo especial en sanar con otros. En sentarte en círculo, cerrar los ojos y sentir cómo la vibración colectiva se eleva. En compartir silencio. Los estudios de wellness ya no son fríos ni clínicos. Son cálidos, suaves, diseñados para quedarse un rato más. Tienen té, playlists suaves, aromas que relajan.



Otras maneras de creer
Una pulsera con ojo turco. Un libro sobre tu niño interior. Un taller de manifestación. Cuarzos. Ya no hay que esconder lo que te hace bien. La espiritualidad que antes era un tabú hoy es parte del día a día. Cada quien cree en lo que quiere. Lo bonito es cuando lo llevas contigo, en lo que haces, en lo que cuidas, en cómo hablas contigo misma.
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