Oaxaca vuelve a recordarnos por qué es cuna de arte, historia y tradición. El Teatro Macedonio Alcalá, joya arquitectónica de la ciudad, abrió sus puertas a un acontecimiento único: la develación de su nuevo telón principal, una obra que es mucho más que un telón, un firmamento cultural pintado por el maestro José Luis García.
El telón Ñúú Nundúva (Oaxaca en lengua mixteca) no solo enmarca el escenario: lo trasciende. Sus formas y colores narran la memoria colectiva de una tierra que vive del arte, un cielo estrellado donde conviven los espíritus de músicos, pintores, poetas y bailarines que han hecho de Oaxaca un faro cultural.

Cuando la danza y la música dialogan
El momento se volvió inolvidable cuando Elisa Carrillo, primera bailarina del Staatsballett Berlin, y su esposo, Mikhail Kaniskin, ofrecieron una interpretación magistral de Multiplicity. Forms of Silence and Emptiness, de Nacho Duato. Bach sonaba en cada movimiento, y el teatro entero parecía respirar con ellos.
Después, la aparición de Lila Downs transformó la noche en un encuentro de dos potencias artísticas. Su voz se entrelazó con la danza de Carrillo en una emotiva interpretación de Naila, para cerrar con Dios Nunca Muere, himno de los oaxaqueños, que retumbó como un eco ancestral en las paredes centenarias del Alcalá.


El telón como legado
El maestro José Luis García, con más de cuatro décadas de trayectoria, impregnó su obra de oro, plata y paladio, materiales que en sus manos se convierten en símbolos. Él mismo lo definió como un “universo personal”, una cartografía espiritual de Oaxaca donde el pasado y el presente dialogan en cada pincelada, con un recordatorio de que el arte no solo se contempla, se hereda.
El nuevo lienzo no es una cortina que se abre y se cierra, es un manifiesto. Nos recuerda que la cultura no termina cuando las luces se apagan ni cuando la función concluye, porque en Oaxaca, el arte es eterno.
Deja un comentario