En México, acceder a una vivienda propia sigue siendo uno de los mayores retos para gran parte de la población. Mientras que en otros países el crédito hipotecario es una herramienta accesible y ampliamente utilizada, en el nuestro aún representa un privilegio reservado para unos pocos. Ante este panorama, Sebastián Suito fundó Credit Community, una plataforma que busca transformar la manera en que las personas se relacionan con los créditos hipotecarios, brindando acompañamiento, confianza y soluciones.

¿Cómo nació Credit Community y cómo ha sido su crecimiento?
La idea nació en 2021, cuando todavía trabajaba en la banca, en el área de grandes corporativos. Pensaba en emprender en algo relacionado con el crédito, pero de forma independiente. En 2022 decidí dar el salto, dejé mi trabajo y en abril me dediqué de lleno a lo que hoy es Credit Community. Al principio no fue fácil, queríamos enfocarnos en grandes desarrolladores de vivienda en México, pero ellos ya trabajaban con empresas muy consolidadas. Aunque teníamos relaciones con los tomadores de decisión, cerrar contratos fue más complicado de lo que esperábamos.
¿Qué hace hoy Credit Community?
Somos intermediarios que facilitamos créditos, principalmente hipotecarios, para personas físicas. Actuamos como fuerza de ventas externa para los bancos, a través de certificaciones que nos acreditan para operar.
El crédito hipotecario es el producto más contratado a nivel nacional, el que más vínculo genera con los clientes y uno de los que más interés despierta en el gobierno.
De atender corporativos a ayudar a personas, ¿cómo fue ese cambio?
Fue un gran reto. Al inicio éramos tres socios y trabajábamos desde una sala. Creímos que pasar de estructurar créditos millonarios para empresas a hacerlo para personas físicas sería más sencillo, pero no lo fue. El aprendizaje y los ajustes de procesos tomaron tiempo.
Con el tiempo, mis socios regresan a la banca y, hace casi un año, me quedé al frente de la empresa en solitario.
¿Qué problema detectaste en la banca tradicional que te impulsó a emprender?
Cuando trabajaba en banca empresarial, me sorprendía la falta de conexión entre áreas del mismo banco. Yo otorgaba créditos puente para desarrolladores inmobiliarios, pero la banca de particulares y PYMES no trabajaba en conjunto con nosotros. No había colaboración ni relación.
Eso generaba situaciones absurdas: teníamos contacto directo con los desarrolladores y podíamos impulsar créditos hipotecarios, pero para los directores comerciales de otras áreas no era relevante, porque no estaba dentro de sus metas. Esa discrepancia fue clave para entender por qué había espacio para una empresa como la nuestra.
Decidimos dar el salto sabiendo que quizá bajaríamos la calidad promedio de clientes, pero confiábamos en nuestras capacidades. Después vinieron otros retos: lograr rentabilidad, que yo pudiera vivir del negocio, y reacomodar las piezas cuando algunos socios se retiraron. Pero la motivación inicial fue resolver esa falta de coordinación en la banca.
¿Cuál fue tu primer gran reto al lanzar la empresa?
Salir de mi trabajo sin un colchón financiero. El “manual” dice que debes tener al menos seis meses de ahorro personal y otro tanto para la operación de la empresa. Yo no tenía ni uno ni otro.
Ese fue mi mayor reto: manejar mis tarjetas de crédito personales para cubrir tanto mis gastos como los de la empresa. Hubo momentos en los que debía elegir entre pagar la renta o la nómina. Fue difícil y tuve miedo, pero al final todo se acomodó. Luego vinieron los demás desafíos típicos de emprender: encontrar clientes, generar credibilidad, levantar la marca.

¿Te imaginabas el impacto de ayudar a tantas personas a acceder a una vivienda?
La verdad no. Y todavía siento que no hemos alcanzado el impacto que me gustaría. En estos tres años muchas veces dudé de si lo lograríamos.
Para mí, cualquier proyecto debe alinear cuatro cosas: que te guste, que tenga impacto social, que sea sostenible económicamente y que te permita crecer. Cuando esas cuatro coinciden, dejas de “trabajar” y empiezas a disfrutar.
En nuestro caso, ayudamos a familias a acceder a su vivienda, pero también a resolver temas de liquidez, de salud, de deudas o incluso de momentos personales como bodas. Cuando somos parte de algo así, es cuando confirmo que sí estamos sumando.
¿Qué habilidades necesita alguien para emprender en este sector?
Primero, que le guste el tema financiero. Segundo, paciencia, en este negocio los tiempos son largos. Un cliente que estoy cobrando en julio probablemente lo conocí en marzo. Necesitas planeación y gusto por lo que haces. Diría que esos tres puntos son esenciales.
¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje como emprendedor?
Que las cosas nunca salen exactamente como uno quiere, ni para bien ni para mal. Por eso siempre hay que tener un “colchón”: económico, estratégico o de planeación. Nunca puedes planear un año pensando que todo saldrá según lo planeado, porque siempre habrá imprevistos.
¿Qué consejo has recibido que siempre recuerdas en momentos difíciles?
Dos, principalmente. El primero: priorizar siempre la rentabilidad. Muchas empresas del sector tienen grandes ventas, pero sus costos variables se comen la utilidad. La rentabilidad es la base.
El segundo: no “ordeñar” el negocio. No puedes sacar todo el dinero al mes, aunque seas el único dueño. Siempre hay que reservar fondos para inversión y tener meses de operación cubiertos. Eso no solo fortalece la empresa, también te da paz mental y claridad para enfocarte en crecer.
¿Qué es lo que más disfrutas de lo que haces?
Aunque somos un negocio financiero, en esencia somos ventas. Y eso me apasiona. Lo que más me llena es que un cliente regrese o me recomiende. Que alguien al que atendí hace dos años me llame para decirme que le pasó mi contacto a su prima, eso vale más que el dinero, porque habla del valor real de nuestro trabajo.
Además, disfruto mucho vender. Para mí cada cierre de venta es un subidón de energía y motivación. Así que lo resumo en dos cosas: la confianza de los clientes y mi pasión personal por vender.
¿Y qué legado te gustaría dejar con Credit Community?
Más que un legado, me gustaría dejar una huella tangible. Este negocio es relativamente nuevo y cada vez más digital, pero creo que lo que realmente trasciende es el contacto humano.
Mi visión es que Credit Community tenga presencia física en los principales estados de México: no solo con islas en centros comerciales, sino con equipos operando ahí. Aunque la tecnología y la inteligencia artificial sigan creciendo, en este tipo de servicios la gente necesita alguien que los acompañe de la mano y les dé confianza.
Los bancos lo saben, pero no suelen enfocarse en reforzar esa parte porque tienen muchos otros productos que atender. Nosotros sí podemos cubrir ese espacio. Así que, si puedo dejar algo, sería eso: una presencia física, cercana y humana, que marque la diferencia.
Deja un comentario