Exponer nuestros más oscuros deseos, desnudarnos de cuerpo y mente, expresarnos abiertamente y poner cualquier tema sobre la mesa son derechos de cualquiera.
En Babygirl, el filme protagonizado por Nicole Kidman, vemos a una mujer, madre de familia, esposa y directora de una empresa que pareciera tenerlo todo, sin embargo, tiene un deseo oculto que está por exponer y experimentar de la manera menos pensada junto a un pasante de su empresa, muchos años menor que ella.
A la fecha, hemos visto varias películas que abordan el tema, incluso Kidman hizo algo similar junto a Zac Efron en A Family Affair (2024), firme en el cual, también se enamora de un hombre menor. Sin embargo, es de la mano de Babygirl, que vemos una trama más compleja, un conflicto más realista y una nueva forma de exponer el erotismo y el suspenso en pantalla grande.
Simplemente, Babygirl rompe con lo establecido y nos muestra otra cara de los deseos prohibidos, y no es que sea un filme subido de tono, simplemente rompe con lo que se espera de una mujer como la protagonista de esta historia. Y digo que “rompe con lo el molde” porque desde que la vi y he compartido opiniones con diversas personas, en repetidas ocasiones he escuchado a otro/as decir que “no era la forma de hacerlo”, “que ella se denigra”, “que es una falta de respeto”, cuando simplemente es una mujer con un deseo en concreto: experimentar su sexualidad.
Dicho lo anterior, me resulta complejo pensar que aún ahora, la sexualidad de cada cual puede dividir opiniones, y me refiero incluso a creernos jueces y dar nuestro veredicto u opinión respecto a si está bien o mal cómo cada cual vive y experimenta su sexualidad, cuando únicamente estamos viendo en pantalla a una mujer que quiere vivir, que quiere sentir y que quiere ser libre.
Claro está, también pueden entrar otros temas en la conversación como el hecho de que por experimentar con alguien más le sea infiel a su pareja, en el entendido de qué no es algo establecido entre ellos, y ante lo cual he de confesar que por mucho que sea ficción, nunca consigo justificar o romantizar una infidelidad.
Finalmente, si hay una lección que nos deja Babygirl es la necesidad de continuar incomodando a los demás, en el entendido de qué es imperativo abrir el diálogo, poner los temas sobre la mesa, exponer diversos escenarios y entender que todos somos libres de sentir, de experimentar, y de vivir la vida a nuestra manera.
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