Mientras navegaba sin rumbo en Netflix, como muchas veces hago, apareció el tráiler de una nueva serie española: “OLYMPO”. Algo en ella me detuvo. Tal vez fue el ritmo, la atmósfera o simplemente que tocaba un tema poco explorado: el mundo del alto rendimiento deportivo y su compleja relación con el dopaje. La vi. Y no solo me atrapó la historia, que te hace pensar más de lo que esperas, sino que hubo una actuación que me obligó a pausar.
Ahí apareció él: Agustín Della Corte. No sé si les ha pasado, pero a veces basta una sola escena para saber que estás viendo a alguien destinado a quedarse. Agustín tiene eso. Un talento que no grita, pero que te atraviesa. Y aunque esta pueda ser su primera gran aparición, todo indica que no será la última.
Antes de la actuación, fue jugador profesional de rugby. Su primer paso en la pantalla lo dio en La sociedad de la nieve, una producción monumental, donde ya dejaba ver su gran potencial.
Tuve la oportunidad de conversar con él y descubrir no solo el rigor con el que construyó a su personaje, Roque, sino también su profundidad emocional y su mirada sobre la actuación como un proceso de exploración íntima y constante desaprendizaje.
Fue un día energía, de nervios y de mucha expectativa, la cual teníamos todos los actores. Y yo, en lo personal, de haber venido de tantos meses de preparación sentía mucha presión por la carga que tenía el proyecto, por la carga que tenía el personaje para mí. Entonces el primer día fue uno que estuve esperando, porque fue como hasta el reset de toda esa presión que habíamos equivocado durante la preparación, y ahí poder volcar todo eso que incorporamos al rodaje, que al final es lo importante. Podemos entrenar, podemos ensayar mil horas, pero si al momento de rodar no está la chispa, después no queda nada.
Creo que la confianza se logra solo con mucho trabajo, porque es lo que te lleva después a estar seguro con tu con tu propuesta. La verdad, para mí fue muy importante la preparación previa, las horas de ensayo, los días de entreno. Los primeros días de rodaje llegamos con las escenas que íbamos a rodar ensayadas varias veces, las habíamos pasado con los directores, con el coach, con los actores, entonces eso te da cierta seguridad. Después es clave no solo confiar en uno mismo, sino confiar en todos lo que te rodean, porque al final el trabajo que estás haciendo vos va muy de la mano con el trabajo que están haciendo todos alrededor, desde que el que te pone el foco para que te pegue de tal manera, el director que te dice probá más esto, el director de foto que eligió tal plano para contar eso. Entonces, la confianza se crea en equipo, trabajando los unos con los otros, y eso nos daba tremenda seguridad a nosotros como actores para ir con una propuesta, probar y también equivocarnos, pero estar muy seguros de que de que eso al final iba a fluir.
Sí. Siento que soy una persona muy comprometida a fondo con su trabajo, entonces de repente yo estuve, no sé, todo el año pasado involucrado en el proyecto y realmente fue algo que no salía de mi cabeza ni un segundo al día, todos los días, y de repente entras como en una vorágine de presión, de cosas que no te dejan dormir, que no te dejan descansar y que generan mucho desgaste mental. Entonces, para mí es importante intentar desconectar periódicamente, sobre todo aprovechando mucho los fines de semana para descansar, para no tener que hacer nada, para no ponerme en ningún compromiso de ningún horario. Y sí, hago hago terapia semanalmente, hace varios años, y eso me ayuda mucho para encontrar herramientas para sobrellevar todo lo que lo que va pasando, no solo en el trabajo, sino también la vida que te va poniendo cosas por delante todo el tiempo y más en este mundo que estamos tan bombardeados de información. Creo que es importante la desconexión y poder tener perspectiva de las cosas.
Creo que soy una persona que que ha cuestionado bastante en su propia vida lo que son las ideas de masculinidad, entonces creo que ya venía como en ese entrenamiento de ir derribando ciertas cosas que yo creía que eran los ideales de masculinidad. También creo que somos de una generación que ya viene haciéndose esas preguntas, cuestionando un poco más. Para ponerme en el lugar de Roque intenté buscar cosas más específicas de casos, de cosas que yo he vivido, de cosas que amigos hayan vivido, para ponerme más en ese lugar y llevarlos al personaje.
No sé si cambió, pero sí que con cada hora de ensayo, con cada tía de rodaje, uno va aprendiendo muchísimo sobre sí mismo. Y creo que lo que te da cada personaje, e incluso cada escena es que te lleva a explorar algo más, una dimensión más de vos mismo, una forma además de poner el cuerpo, una forma distinta de hablar en tal situación y todo eso es información que al final como actor hace que expandas los límites de lo que es el territorio conocido para vos, y eso te da después la posibilidad de tener más amplitud actoral y que te sentís más cómodo en otros lugares. Y creo que es eso, es como cada vivencia, cada experiencia en un set, en un ensayo, en una clase de teatro, en una clase de danza, ir explorando otras dimensiones de de mí mismo a través de la actuación. No sé si la palabra es cambiar, pero sí como que amplias tus posibilidades a la hora de actuar.
Roque me enseñó que un cuerpo fuerte también puede ser liviano, sensible. Y que en este trabajo, como en el rugby, nadie puede hacer tu parte por vos.
En Uruguay tenemos mucho la costumbre de que los planes sucedan en nuestras casas, de invitar nuestros amigos a que vengan a casa comer, cocinar juntos y eso, y por ejemplo, acá en España veo que los planes son como más ir a un lugar, un restaurante, ir a un bar o lo que sea, como más unos planes de fuera. Entonces, acá me encanta de repente a mis amigos españoles invitarlos a mi casa, cocinarles. Y menos uruguayo, la verdad es que estoy tomando menos mate.
Me hubiera gustado que me dijeran que ser mejor actor no va de aprender cosas nuevas o incorporar nuevas herramientas, sino al contrario, ir cada vez más de deconstruyendo las ideas que tenés sobre lo que es actuar.
Hablar con Agustín fue como tener una plática honesta con alguien que no le tiene miedo a mirarse por dentro. Más que un actor prometedor, es una persona que entiende que este camino no se trata de acumular herramientas ni de buscar el aplauso fácil, sino de desaprender, de incomodarse, de crecer.
Tal vez OLYMPO fue su primer gran proyecto, pero si algo me quedó claro después de esta entrevista es que Agustín no va a ser un nombre que se quede en mi lista de “ese actor que vi una vez”. Es de esos que llegan para quedarse. Y, honestamente, me emociona ver hasta dónde va a llegar.
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