Romina Sacre habla desde un lugar que pocas personas se atreven a habitar: la sensibilidad. Lo que para muchos podría verse como una debilidad, para ella se convirtió en brújula, motor creativo y punto de encuentro con miles de mujeres. A través de su podcast Sensibles y Chingonas, de su presencia digital y de su voz profundamente honesta, Romina creó una comunidad que encuentra consuelo, claridad y fuerza en la vulnerabilidad.

¿Cómo nace Sensibles y Chingonas?
Nació a raíz de mi primer libro, “Lo sensible no nos quita lo chingonas”. Quería crear un espacio donde pudiéramos hacernos las preguntas difíciles e incómodas y, sobre todo, crecer y sanar en colectivo. Para mí es muy importante usar mi plataforma y mi voz para que otras personas puedan sentirse mejor. No me gusta usar la palabra “felicidad” porque siento que es una emoción muy inalcanzable, pero sí quiero que, al menos, quienes me escuchan no se sientan tan solas en su proceso.
Ya llevamos cuatro años con este proyecto y vienen cambios importantes en 2026. Estoy muy emocionada por esta transformación.
¿Cuál fue el mayor reto al crear el podcast?
Hemos tenido muchísimos. Ser emprendedora no es fácil: es prueba y error todo el tiempo. A mí me gusta pensar que nunca vas a estar 100% lista y que el momento perfecto no existe. Solo tienes que agarrarte los ovarios y hacerlo lo mejor que puedas.
¿Cómo ha evolucionado el podcast?
El podcast empezó en 2021, al principio grabábamos de manera virtual, y ha evolucionado muchísimo. Me gusta ver cómo un proyecto se transforma y crece. A veces escucho mis primeras entrevistas y digo: “¡Ay, no!” Me da un poco de cringe, claro, pero al mismo tiempo sé que la única forma de mejorar es haciéndolo.
Hoy me siento mucho más cómoda. He tenido invitadas e invitados que admiro profundamente: Thalía, Bárbara Mori, Paola Rojas, Chumel Torres. Personas que no solo son famosas por tener seguidores, sino que han sido fenómenos culturales y que han estado presentes en mi vida desde que era niña.
Creo que eso enriquece mucho Sensibles y Chingonas: la variedad de voces auténticas, con algo que decir y con causas por las que levantan la voz. Ese es el tipo de invitadas e invitados que me gusta tener.
Cuando empezaste, ¿qué no te imaginabas que implicaba tener un podcast?
Que lo más difícil no es coordinar invitados ni grabar. Es todo lo que viene después: la promoción, los reels, el contenido para redes. Hoy hay un exceso de contenido. Ahora la atención es mucho más complicada, pero tengo un nicho de mujeres muy claro y me enfoco en eso: en la calidad, en traer a la gente que realmente vale la pena, no en buscar un reel viral.

¿Cómo te gustaría que se sintieran tus invitados después de sentarse a platicar contigo?
Algo que detesto es cuando un podcast saca de contexto lo que dijeron sus invitados para tener visibilidad. Me parece terrible. Yo odiaría que me hicieran eso. Quiero que mis invitadas e invitados se sientan cómodos, que el día de mañana quieran volver y que digan: “La pasé muy bien con Romina.” Mi motivación nunca ha sido monetizar a costa de alguien. Prefiero hacerlo poco a poco, prueba y error, sin prisa.
¿Qué querías ofrecerle al mundo con tu podcast?
Me interesan muchísimos temas, y eso a veces complica encasillarme. No soy solo una cosa, me interesa la vida de emprendedora, las finanzas, la salud mental, las hormonas, la espiritualidad y creo que esa complejidad la compartimos muchas mujeres. No somos solo un rol: somos muchas cosas, todo el tiempo.
Además, me gusta escuchar procesos creativos, historias de vida, conversaciones profundas y otras más simples. Tengo este lado intenso y denso, pero también uno juguetón y súper simple. El podcast es un reflejo de eso: un pedacito de quién soy hoy.
Empezaste en 2013 con Púrpura. ¿Cómo sientes que has evolucionado?
Al principio no tenía idea de lo que estaba haciendo. Nunca soñé con “triunfar” en redes. Se dio por accidente con Púrpura, la revista digital que tenía con Juan Pablo Jim.
Fui de las primeras en hablar de salud mental desde un formato de blog. Me da risa ver cómo los blogs, que según ya estaban muertos, volvieron a tomar fuerza. Pero sobre todo: evolucioné como persona. No podría hacer hoy lo que hacía en 2013. No tengo 28 y mis intereses son otros. Este año cumplí 40 y claro que tengo otra mirada.
Hace dos años inicié un proyecto que amo: “El Book Club de Romina”. Leemos solo a mujeres, alternamos entre autoras mexicanas/latinoamericanas y autoras de otros países. Ya somos casi 100 mujeres y me he dado cuenta del valor de lo presencial: vernos a los ojos, platicar, convivir. Creo que eso marcará el próximo año: generar comunidad real, cercana y con espacios para aprender, conversar y divertirnos. El book club me ha enseñado lo enriquecedor que es no pensar igual. No todas tenemos que creer que un libro es “el mejor libro del mundo”. Lo importante es escucharnos.
También convertirme en autora de dos libros me abrió un público nuevo. Siento que quienes crean contenido no pueden quedarse haciendo solo una cosa. Hay que aprender nuevas habilidades: escribir un libro, llevar una conversación, conducir un evento. Entre más herramientas, más crece tu proyecto.

¿Cómo te gustaría que se sintiera alguien después de escuchar tu podcast?
Que haya aprendido algo, que eso le genere nuevas preguntas, y que la haya pasado bien. Que aprenda sin pretensión, sin sentirse juzgada. El nombre del podcast lo dice todo: las emociones te hacen poderosa. Ser intensa no es un defecto. Ser sensible no es una debilidad. No tendríamos por qué disculparnos por sentir, por querer, por ser ambiciosas.
Hoy sé que mi sensibilidad y mi intensidad son dos de las cualidades que me han llevado a donde estoy. Solo quiero que naveguemos la vida adulta con más compasión y menos exigencia.
¿Cómo defines el éxito?
Para mí es estar en paz conmigo misma. Un día sin ansiedad es un día exitoso.
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