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El secreto del éxito de VEJA.

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François-Ghislain Morillion fundador de VEJA, con tan solo 25 años, creó una forma completamente nueva de llevar un negocio donde integra proyectos sociales, justicia económica y materiales ecológicos, en esta entrevista nos deja conocer un poco de él y cómo desarrolló VEJA


Cuéntame un poco sobre ti…

Me llamo François, tengo 46 años. Nací en París y creé Veja a los 25 tras un primer proyecto de consultoría con Sebastián, mi socio. Llevamos 20 años de empresa. Además soy estudiante/profesor de filosofía: ahora no doy clases, pero estoy escribiendo una tesis sobre la tecnología en la Amazonia, un encuentro entre la filosofía de Heidegger y la filosofía indígena.

Gracias al estudio de filosofía en París, ¿Hay alguna idea o cita filosófica que guíe tus decisiones en Veja?

No sabría decir si influyó como tal en la toma de decisiones de la empresa pero definitivamente elevó mi nivel de felicidad. Siempre digo que la filosofía es el amor a la sabiduría, y al ver que lo que me gustaba y lo que quería estaba saliendo me di cuenta que todo este proceso me estaba haciendo muy feliz. es como una historia de amor, y el amor te hace feliz.

Mucha gente cree que éxito comercial y ética radical son incompatibles. ¿Qué mito de negocios ha desmentido Veja?

La mayoría de la gente hoy en día tiene como mentalidad que “para tener éxito hay ensuciar” pero, es 100% falsa, No es cierto que lo más contaminante sea más rentable: si inviertes en regeneración de bosques puedes generar mucho más que con productos contaminantes. 

Con VEJA queremos probar que es posible; damos pláticas en universidades para enseñar otro camino y otra idea de negocio donde el éxito no es solo volumen, sino más bien como logras dar más y así recibir más, viene de la abundancia, vivir bien y ser felices y así poco a poco lo que te propongas se puede lograr. 

Cuéntame del viaje a China en 2003. ¿Qué viste y cómo te inspiró para crear la empresa?

Al viajar a China, con mi socio Sebastian, fuimos a una fábrica de confección, ahí vimos que la misma línea hacía productos baratísimos y carísimos: era marketing y posicionamiento. La auditoría revisaba seguridad y salarios, pero no las condiciones de vida; al pedir verlas, nos impactó que la gente viviera dentro de la fábrica. Por eso decidimos cambiar por completo la forma en la que queríamos crear VEJA. 

Cuando viajamos a Brasil, vimos lo positivo: una cooperativa de palmito en Rondônia, producción de sistemas agroforestales (prácticas indígenas milenarias), que sostenían bien a la gente y todos formaban parte de la misma comunidad. Hicimos una matriz de impacto (social, económico, ecológico) y el proyecto amazónico obtuvo la mejor nota. Pensamos: “Es una gran herramienta para la humanidad; usemos esto y hagamos tenis”.

¿Cómo se volvieron una de las marcas más populares de tenis sin nada de publicidad?

Era parte de la ecuación económica: con nuestros costos de producción, sumar publicidad nos haría marca de lujo. Vimos que las marcas invierten demasiado en marketing y poco en producción/materiales; se volvía una burbuja de fantasía. Preferimos equilibrar el dinero y gastarlo mejor en  la comunidad que produce los tenis.

¿Qué parte del proceso de Veja te sigue sorprendiendo?

 La diversidad de personas, dentro y fuera. Cada proyecto/cadena de suministro es una caja de sorpresas. Trabajar con recolectores de residuos fue una de las mejores sorpresas: darles reconocimiento por su servicio social da mucha alegría. También los viajes y equipos nuevos traen sorpresas.

Hemos visto a personas transformar sus vidas, sobre todo en Brasil: gente de contextos muy pobres que hoy puede pagar colegiaturas en la universidad; también proveedores que ahora pueden mandar a sus hijos a la universidad. No es solo Veja: Brasil mejoró socialmente. Pero tras 20 años vemos la evolución y el impacto de forma tangible y eso es lo más gratificante de todo el trabajo.

¿Qué lecciones o consejos darías a quien sueña con hacer las cosas diferente?

Mantén contacto con la realidad: pon los pies en el piso  y avanza con “pasos de bebé”. Además de ser observadores de las necesidades, conocer bien lo que la gente quiere y realmente conocer a la gente cara a cara para evitar decisiones malas y siempre intentar buscar la mejor opción para todos. 

Porque François lo demostró  de la mejor manera: la ética no está reñida con el éxito. VEJA demostró  que se puede crear una gran marca invirtiendo en justicia social y ecológica. Su éxito demuestra que no es necesario contaminar para ganar; de hecho, la conciencia es la mejor inversión.

La clave, según François, está en tener los pies en la tierra, avanzar paso a paso y recordar que el verdadero triunfo viene de dar más para recibir más. VEJA es la prueba viva de que podemos cambiar las reglas del juego y ser felices mientras lo hacemos.

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