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De los hermanos Rodríguez a Checo Pérez: la vuelta más larga

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La historia de la Fórmula 1 en México es una mezcla de pasión, velocidad y orgullo. Desde los hermanos Rodríguez hasta Checo Pérez, cada generación ha tenido su momento en la pista, pero todas comparten la misma emoción: ver a México correr en casa.

La historia de dos hermanos

Todo comienza en 1962, cuando la Fórmula 1 empezaba a ser reconocida en México gracias a dos pilotos con una misma ambición por el deporte automovilístico: Ricardo y Pedro Rodríguez.

Ricardo a los 20 años, ya había debutado en la Fórmula 1 con Ferrari en 1961, convirtiéndose en el piloto más joven en correr para la Scuderia. Cuando vió la oportunidad de demostrar su talento en su país natal, la tomó.
Se había organizado una carrera no oficial de la F1 en México, que reunía a los pilotos más famosos de la época como: Jim Clark, Graham Hill, John Surtees y Jack Brabham. El objetivo de esta competencia de exhibición era demostrar que México estaba preparado para albergar un Gran Premio oficial al año siguiente.

En el recién inaugurado Autódromo Magdalena Mixhuca, ocurrió una tragedia que marcaría la historia de México para siempre. Durante las prácticas del 1 de noviembre de 1962, Ricardo corrió la pista y en la Curva Peraltada, una de las más rápidas, temidas internacionalmente y peligrosas del circuito, perdió el control del auto. Perdimos a Ricardo Rodriguez, el primer gran héroe del automovilismo mexicano.

Para seguir con el legado de su hermano, Pedro Rodríguez debutó en la F1 con Ferrari en el Gran Premio de Estados Unidos de 1963, pero su verdadero momento llegó después, cuando corriendo para Cooper-Maserati ganó su su primer Gran Premio de Fórmula 1en 1967, convirtiéndose en el primer mexicano en lograrlo.

Fue gracias a los hermanos Rodriguez que la Fórmula 1 decidió organizar oficialmente el Gran Premio de México en 1963 atrayendo a una nueva audiencia al deporte automovilístico. Pero en 1970, por motivos de organización, seguridad y invasión del público a la pista, el GP mexicano fue suspendido.

El regreso a la pista mexicana

Después de 16 años fuera del calendario, la Fórmula 1 volvió oficialmente a México en 1986. El país había madurado, la afición seguía intacta y el Autódromo, rebautizado como Autódromo Hermanos Rodríguez en honor a los pioneros mexicanos de la F1, estaba listo para recibir nuevamente a los mejores pilotos del mundo.

El circuito fue completamente remodelado: se modernizó la pista, se reforzaron las medidas de seguridad y se adecuaron las gradas, especialmente en la Curva Peraltada. El Gran Premio de México de 1986 marcó el inicio de una nueva era. Leyendas como Ayrton Senna, Nigel Mansell, Alain Prost y Nelson Piquet dominaron la pista frente a un público que llenaba las tribunas con la misma intensidad con la que se vivía un clásico de futbol.

Sin embargo, en los 90’s los problemas comenzaron a reaparecer. La contaminación afectaba la visibilidad y la Federación Internacional del Automóvil (FIA) volvió a señalar deficiencias en seguridad y logística. En 1992, después de la victoria de Nigel Mansell, la F1 se retiró nuevamente del país.

El renacer del Gran Premio de México

Habían pasado más de 30 años desde que México tuvo un piloto titular en la Fórmula 1 cuando Sergio Pérez debutó oficialmente en 2011, con Sauber. Con su talento y consistencia, Checo se ganó el respeto del paddock y el corazón de los mexicanos, destacando como una de las promesas más sólidas de la categoría. Fue entonces que, en 2015 México regresó al calendario de la Fórmula 1.

Desde su primera edición moderna, el Gran Premio de México se distinguió por algo más que la carrera: el ambiente.
El público convirtió el evento en una fiesta nacional, con mariachi, banderas, colores y la energía que solo se vive en la CDMX.
El paso de los autos por una curva antes temida y transformada en el Foro Sol, convirtió a la pista en el único lugar donde los pilotos entran a un estadio repleto de 25,000 aficionados, que se volvió el sello distintivo del circuito mexicano.

El resultado fue tan espectacular que la Fórmula 1 lo premió como el “Mejor Evento del Año” durante cinco años consecutivos.


Por primera vez en más de veinte años, los mexicanos no solo eran espectadores: tenían a uno de los suyos compitiendo en casa, representando una herencia que comenzó con Pedro y Ricardo. Y aunque un mexicano nunca haya ganado el Gran Premio de México, el espíritu sigue intacto.

Este año, la pista se quedará sin Checo, pero no sin su eco: el piloto se prepara para regresar el próximo año junto a Cadillac, en una nueva etapa de su carrera. Porque más allá de los resultados, la verdadera victoria está en cómo México ha hecho del Gran Premio una celebración de identidad, pasión y orgullo que trasciende la competencia.

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