En un mundo donde lo industrial suele desplazar lo hecho a mano, Metate surge como un recordatorio de la riqueza y vigencia de la artesanía mexicana. Fundada por Constanza Antoni, una apasionada promotora de los oficios tradicionales, la marca busca conectar el diseño contemporáneo con técnicas ancestrales, creando piezas únicas que son tanto utilitarias como decorativas. Desde su primera tienda en la Roma hasta sus espacios en la Condesa, Metate se ha consolidado como un proyecto que no solo ofrece objetos de gran calidad, sino que también impulsa a comunidades artesanas y preserva oficios que corren el riesgo de desaparecer.
¿Cómo nació la idea de fundar Metate?
La idea surgió cuando tenía unos 22 años. Siempre he viajado mucho por México y desde niña crecí rodeada de artesanías, porque mis papás decoraban su casa con piezas artesanales y asistían a concursos de arte popular. Yo empecé haciendo cojines con terciopelo y telas de cintura, trabajando con costureras. Después lo dejé un tiempo, pero más adelante lo retomé con mucha fuerza.
Abrí mi primera tienda en una pequeña locación en la Roma. Luego me asocié con la marca de ropa Lago y juntas abrimos otro espacio. Finalmente, lancé una tercera tienda en La Condesa. Ha sido un proceso de crecimiento constante, en el que combino mis propios diseños, colaboraciones con artesanos y piezas creadas totalmente por ellos.
¿Qué es lo que define a Metate?
Es una mezcla entre tradición y diseño. Tenemos piezas tradicionales, como las piñas, que son muy reconocidas, pero también otras creadas por los artesanos y algunas que yo diseño. En total ya he desarrollado alrededor de 40 diseños. Me enorgullece que la gente se sienta atraída por ellos, que los quiera llevar a sus casas y, sobre todo, que consuma local.
El nombre lo dice todo: el metate es un utensilio ancestral, utilizado desde la época prehispánica para moler maíz y cacao. Es funcional, pero también estético. Esa dualidad entre lo utilitario y decorativo a la vez, que refleja la esencia de la marca.
¿En qué momento decidiste convertirte en promotora de la artesanía mexicana?
Fue algo natural. Después de abrir la primera tienda me di cuenta de lo mucho que me movía este mundo. Amo las artesanías, me apasionan, y pensé: hay que compartirlo con el mundo.
¿Qué te gustaría lograr con Metate?
Me encantaría que llegara a un reconocimiento internacional, exportar y mostrar lo que se hace en México. Pero, más allá de eso, lo que más me importa es que no se pierdan los oficios. Muchos artesanos son los últimos en sus comunidades que dominan ciertas técnicas. Tengo, por ejemplo, una vajilla hecha por Pablo, un artesano increíble, pero sus hijos ya no continúan con el oficio. Si él deja de hacerlo, esa tradición desaparece. Por eso siento que cada pieza es de colección.
¿Qué te gustaría que el mundo supiera sobre la importancia de la artesanía?
Que lo hecho a mano es siempre de mejor calidad. Son piezas elaboradas con materiales naturales, con pigmentos naturales, con historia y tradición. Yo quiero invitar a la gente a que sus básicos para el hogar sean hechos en México, no comprados en producciones masivas de otros países. Tener artesanía en casa es darle calidez a los espacios y, al mismo tiempo, apoyar a comunidades locales.
¿Cuál ha sido uno de los retos más grandes?
Operar las tiendas, sin duda. También la logística: hay piezas que vienen de lugares muy lejanos, como de la sierra de Michoacán. A veces puede tardar hasta seis meses traerlas porque las bajan en moto por caminos complicados. Además, trabajar con artesanos implica distintos ritmos: algunos son muy cumplidos, otros requieren más seguimiento.
¿Cuál es un error que tuviste y que ahora te ayuda a tomar decisiones?
He cometido muchos errores, pero han sido: pedir más piezas de las que debía, no cuidar el traslado, no revisar bien los inventarios. Pero todo eso me ha enseñado a ser más cuidadosa y a valorar cada objeto como algo único.
¿Cuál ha sido el mejor consejo que has recibido?
Mis papás siempre me han dicho: “enfócate en tu propio camino, no te compares con los demás”. Eso me sirve cuando veo que surgen más tiendas similares. Y también me recuerdan a tener paciencia, porque en este negocio hay temporadas muy bajas. Lo importante es confiar en que es un proyecto noble y de calidad.
¿Qué valores consideras esenciales para trabajar con artesanos?
Respeto absoluto. Yo nunca les regateo; al contrario, cuando necesitan apoyo, como en temas de salud, trato de estar ahí. También busco un equilibrio para que los precios sean justos tanto para ellos como para los clientes. Para mí es fundamental que se entienda que no son objetos para extranjeros, sino para que los propios mexicanos llenemos nuestras casas con artesanía.
¿Qué te gustaría que las personas sintieran al tener un pedacito de Metate en su hogar?
Que tengan originalidad, autenticidad y mexicanidad. Cada pieza es tierra, historia, tradición. Es un objeto noble, que transmite calidez y que lleva consigo el trabajo de una comunidad. Mi sueño es que la gente tenga en sus casas objetos hechos a mano y con mucho corazón.
Bravo por tu emprendimiento y originalidad que reflejan el valor interior de tus raíces y la responsabilidad social para llegar a los marginados que hoy les das un lugar y un gran valor. Eres extraordinaria