México es color, sabor y tradición. México es su música, su arte, su gente. México es su bandera, la cual ondea por todo lo alto y hoy mas que nunca, a mucha honra.
México está de moda y hoy, como nunca antes quizá, somos testigos de un sentimiento nacionalista que nos hace defender nuestras raíces, nuestra historia y nuestra cultura. Hoy más que nunca, los mexicanos defendemos a nuestra gente, nuestra soberanía y libertad. Hoy, aquella estrofa del glorioso Himno Nacional que asegura que “un soldado en cada hijo te dio”, no solo se entona, sino que se jura.
Lo antes mencionado no excluye ni deja de lado aquella agenda y luchas que sabemos que aún están pendientes, pues México está en deuda con mucha gente, como con las víctimas de la violencia y de la injusticia, con todos aquellos que han perdido a un ser querido a causa de la inseguridad, con aquellos que tuvieron que migrar para encontrar en otro lugar las oportunidades que el país no les pudo dar. Pero también, la realidad es que el futuro de México cada vez resulta más esperanzador; hoy, México recibe de vuelta y con los brazos abiertos a todos aquellos que se fueron, hoy también se honra a todos aquellos que perdieron alguna batalla, hoy México enaltece su historia, su legado y a su gente.
Hoy, con la primera presidenta al frente del país luego de 215 años, se reconoce a las mujeres que estuvieron y que están, y se trabaja por las que vendrán, para que día con día este país sea un mejor lugar para cada una de ellas. -Y no, con este texto no busco tomar partido frente a la mandataria mexicana, simplemente reconozco y celebro un hecho histórico que ha abierto el diálogo y cambiado formas de pensar para propiciar más igualdad y oportunidades-.
Y es que anoche, durante la celebración en conmemoración del Grito de Independencia me llenó de emoción escuchar que entre los muy esperados “¡vivas!” se mencionaron nuevos gritos de protesta y reconocimiento para las mujeres indígenas, así como a las heroínas que nos dieron patria y a las hermanas y hermanos migrantes. Además de mencionar a mujeres que en el pasado no eran nombradas, tales como Gertrudis Bocanegra y María Manuela Molina, y finalmente, el “¡viva!” que más gusto me dio: el de Josefa Ortiz Téllez-Girón, a quien por primera vez se nombró por su nombre completo y no solo el nombre que adoptó tras casarse, Josefa Ortiz de Domínguez. Pequeños cambios y guiños, pero con un gran mensaje de por medio: el valor, la voz y el poder de la mujer mexicana nunca más será opacado por nadie.
Recuerdo que hace un par de décadas, cuando era chico y comenzaba a viajar por el mundo, recurrentemente escuchaba comentarios de extranjeros que resultaban muy limitados respecto a la imagen que tenían acerca de México, y ante la cual nos imaginaban a caballo y con sombrero. Recuerdo también que en aquel entonces cuando le preguntaba a la gente de otros países si conocían México, el común denominador en su respuesta era mencionar que conocían el Caribe mexicano. Hoy, esa idea e imagen limitada ha cambiado por completo. Hoy la gente del mundo entero reconoce la riqueza cultural, histórica, de tradiciones, sabores y colores que tiene México; así como también, hoy la gente del mundo entero se anima a recorrer nuestro país de norte a sur y de este a oeste, porque saben que es un territorio diverso en el que en cada rincón podrán encontrar un paisaje nuevo, música típica, platillos locales, historia enriquecedora y mucho más, pero ante todo, hoy el mundo entero sabe que la mayor riqueza que tiene México es su gente, aquella que abraza a todo aquel que nos visita, que les da la bienvenida, que los hace sentir como en casa, que brinda una mano sin esperar nada a cambio; y es que como la gente de México no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.
Por ello y más, es que hoy grito con orgullo: ¡que viva México! Mi amor eterno.
