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The Interview

¡SÍGANLO LOS BUENOS! Pablo Cruz

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“Lo más bonito que me dejó Chespirito fueron las amistades que llegaron a mi vida, sin querer queriendo”.

 

Texto: Maria del Mar Barrientos 

Foto: Israel Hernández

Grooming: Leonel Urdaneta

Styling: Jero O’Reilly

Locación: Hotel Volga

 

Lo sospechamos desde un principio: la serie Chespirito, Sin querer queriendo, tenía todo para ser un fenómeno. Con una interpretación poderosa, una historia entrañable y su dosis justa de polémica, la producción llega a su fin dejando huella.

El actor mexicano, Pablo Cruz, en entrevista de portada para The Editorial reflexiona sobre lo que significó convertirse en Roberto Gómez Bolaños en la serie Chespirito, Sin querer queriendo, una producción que no solo retrata la vida del ídolo televisivo, sino también el universo cultural que ayudó a construir y que sigue resonando en millones de personas alrededor del mundo.

Fue sin querer queriendo

“No te puedo decir que conocía mucho más de Roberto. Pensaba que su trabajo había marcado una época, una cultura, una manera de hacer televisión… pero no lo había estudiado”, admite con franqueza. “Mi percepción era que era un hombre muy querido, que había conmovido a gran escala. Pero también sabía que su figura había sido muy mediática y polémica”.

“Esta serie lo que me regaló fue conocer al creativo detrás del humor, al hombre más allá del personaje”.

Con 41 años y una trayectoria sólida en el cine, el teatro y la televisión, Pablo se enfrentó al reto de su vida: encarnar a un personaje real, amado, criticado y aún vigente. Lo que comenzó como un papel se convirtió en una inmersión total. “Esta serie lo que me regaló fue conocer al creativo detrás del humor, al hombre más allá del personaje. No solo aprecio el humor del Chavo o del Chapulín, sino a quien lo creó. El tipo de mente que pudo hacer algo que se volvió parte del ADN cultural latinoamericano”.

Total look: Amiri

No contaban con su astucia

La transformación fue radical. “Me ponen prótesis de nariz, pupilentes, tratamiento de piel, me rasuran todo el cuerpo… hasta una pulgada de la línea del cabello me la empujan hacia atrás”, recuerda. Pero el proceso de caracterización fue solo la punta del iceberg. Lo complejo fue lo invisible: “Lo más fuerte fue construir al hombre. ¿Quién era Roberto cuando no estaba actuando? ¿Cómo pensaba? ¿Cómo dudaba? ¿Qué lo hacía reír? ¿Qué lo hacía callar?”

“Lo más fuerte fue construir al hombre. ¿Quién era Roberto cuando no estaba actuando?”

Para entenderlo, Pablo vio entre 100 y 150 sketches del Chapulín Colorado, alrededor de 100 episodios del Chavo del 8, y estudió materiales inéditos. “Tuve acceso a muchas fotos y videos familiares, cosas que no están en redes ni en internet, que solo guarda la familia. Me abrieron esa intimidad para tratar de percibir quién era. No solo el personaje público, sino el padre, el creador, el compañero, el hombre en su cotidianidad”.

Total look: Amiri
Zapatos: Nacionalíssimo
Lentes: Marc Jacobs

¡Lo sospechábamos desde un principio!

La serie fue un fenómeno desde su estreno y ha generado conversación en todas las plataformas. Para Pablo, el éxito fue inesperado. “¿Me imaginaba este éxito? No. Todos queremos que nuestro trabajo se comparta porque sabemos el cariño, la pasión y la meticulosidad que hay detrás”.

Sin embargo, él tiene su propia definición de éxito: “Para mí, el éxito radica en lo que me deja humanamente. En lo intangible. En lo que construí con mis compañeros, en el crecimiento emocional y profesional que tuve. Este proyecto me cambió profundamente”.

“Para mí, el éxito radica en lo que me deja humanamente. En lo intangible”.

Y es que Chespirito no fue una serie más: fue una producción que tocó fibras emocionales, históricas y culturales. “Nos dimos cuenta muy pronto de que esto no era solo una biopic, era una historia que, de una forma u otra, ya vivía en millones de personas”.

Que no panda el cúnico

Una de las escenas más memorables para Pablo ocurrió durante el capítulo siete, en Acapulco. “La escena de la fogata, con el Chavo del 8 cantando frente al mar, fue muy especial. Tuvimos poco tiempo, la luz se nos iba, era el final de la semana. Pero todos estábamos conectados. Queríamos que saliera hermoso. Y se logró”.

Ese día, además, era el cumpleaños 95 de Roberto Gómez Bolaños. “Fue muy simbólico. Terminamos la escena y nos reunimos varios del equipo a dedicarle unas palabras. No solo a él, sino al proyecto, a lo que nos estaba regalando como experiencia de vida”.

También hubo momentos de inseguridad. “Recuerdo que les dije a mis compañeros: ‘Si sienten que ya me salí del personaje, que estoy más en Pablo que en Roberto, díganmelo’. Y me respondieron con mucho cariño: ‘Lo estás haciendo bien. Confía’. Esos gestos los llevo conmigo. Tuve compañeros muy generosos”.

Y ahora… ¿quién podrá defenderlo?

Como toda figura mítica, Chespirito no está exento de controversia. Florinda Meza, su viuda, fue una de las voces más críticas del proyecto. Pablo lo enfrenta con respeto y elegancia. “Nosotros no teníamos nada que ver con eso. Escuchábamos que había una posible polémica, pero estábamos enfocados en el trabajo”.

“Todos los que formaron parte del universo de Chespirito merecen todo mi respeto”.

Y agrega: “No conozco a Florinda Meza ni a Carlos Villagrán. Tampoco conocí a Roberto. Pero todos los que formaron parte del universo de Chespirito merecen todo mi respeto. Y curiosamente, Florinda ha sido nuestra mayor promotora. Agradezco cualquier comentario, sin importar la naturaleza. Significa que la serie logró lo que queríamos: provocar conversación, revivir la memoria, hacer pensar”.

Más allá de la nostalgia, Pablo descubrió la magnitud real del fenómeno. “En la serie se menciona que Chespirito llegó a tener más de 350 millones de espectadores semanales. Hoy una serie que logra 60 millones ya es un fenómeno mundial. Esto fue mucho más grande de lo que dimensionamos”.

Y se sorprendió con el impacto internacional. “En Brasil, por ejemplo, la serie siempre se vio doblada al portugués. Nunca escucharon las voces originales. Y ahora, algunos fans se quejan de que no usamos los mismos doblajes. Pero yo siempre les digo: ‘Nosotros no somos ellos. Yo no soy Roberto. Soy Pablo interpretando a Roberto’. Y esa distinción es importante”.

Chespirito no solo es una figura popular. Es una raíz cultural que unió generaciones. “El humor también evoluciona. Hay chistes que hoy ya no funcionan o que son políticamente incorrectos. Pero en general, predomina una ternura, una familiaridad, una cotidianidad que sigue siendo muy accesible. Esa es su fuerza”.

Cuando se le pregunta por su personaje favorito, Pablo responde sin dudar: “El Chapulín Colorado. Me parece brillante la alegoría que hace sobre la sociedad latinoamericana, sobre las jerarquías invisibles, sobre los roles que asumimos dentro de una comunidad”.

“Me recuerda que no hay que tomarse todo tan en serio”

Y si tuviera que quedarse con una sola frase de ese universo, elige con certeza: “Que no pande al cúnico. Me recuerda que no hay por qué acudir al pánico. Y al estar mal dicha, también me recuerda que no hay que tomarse todo tan en serio”.

Chespirito: sin querer queriendo no solo revivió a un personaje, también actualizó su legado. Pablo lo dice con emoción: “Sí, ya hay un antes y un después en mi carrera”.

“Este proyecto me transformó. Me enseñó muchísimo. Me regaló amigos, aprendizajes, experiencias. Fue un viaje entrañable”.

Y concluye con una sonrisa: “Lo más bonito que me dejó Chespirito fue la gente. Las amistades que llegaron a mi vida sin querer queriendo”.

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