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Erick Meyenberg y el mensaje detrás de su exposición Ithaka

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Dicen que las tradiciones tienen el poder de trascender el tiempo, sin embargo algunas familias por distintas razones van perdiendo esto que tanto los conecta con sus raíces. En el caso de Meyenberg, artista interdisciplinario que a través de sus obras hace una búsqueda en su propia historia para recordar todo aquello que de una u otra manera pudo haber olvidado. 

Tuve el honor de sentarme con Erick Meyenberg, para platicar sobre su trayectoria y entender con mayor profundidad su exhibición “Ithaka”, la cual explora temas como la migración y la pérdida del hogar.

Para empezar, cuéntame un poco sobre ti, ¿cuál fue tu formación y donde nace tu interés por el arte?

Pues desde niño, casi sin darme cuenta, me metí en el arte; en el sentido que dibujar y construir cosas, siempre era algo que rodeaba mis días y las clases de pintura era algo que gozaba muchísimo. Entonces, de ahí nació casi como una cuestión vital. 

Me di cuenta que con el arte podía mezclar todos mis intereses, desde biología, historia, música, pintura, en una sola cosa, en un solo lugar. Después, terminando la escuela, estudié la carrera de artes visuales en la UNAM, en lo que antes era la Escuela Nacional de Artes Plásticas, y posteriormente hice una maestría en Berlín, en la Universidad de las Artes, bajo la tutoría del artista alemán Rebecca Horn, y estuve cinco años en Alemania.

Meyenberg en la Bienal de Venecia

¿Qué se sintió poder representar a México en la Bienal?

Es una experiencia única, inolvidable, en todos los sentidos. Como te podrás imaginar, implica una responsabilidad y una presión grandísimas, y al mismo tiempo una alegría muy grande. 

Era mi sueño desde hace muchos años poder representar a México y participar en la Bienal”, comenta Meyenberg.

Y sí, es un espacio único para los artistas, en el sentido de que estás en contacto con gente, colegas y profesionistas del arte de todo el mundo. Entonces tienes feedback de todas las nacionalidades, y eso es algo a lo cual nunca me había enfrentado en esa magnitud. 

Hablando de ese feedback, ¿qué se sintió recibirlo? Y ¿Cómo te ayudó a construir tu perspectiva? 

La verdad es que fueron bastante buenas las críticas, principalmente de medios internacionales, sobre todo europeos. 

Los reporteros europeos estaban sorprendidos de que el Pabellón de México estuviera presentando algo que no fuera nacionalista, y que los interpelara, no sólo a ellos, sino a la comunidad en general”, menciona el artista.

Es algo que procuro mucho con mis piezas, a pesar de que parten de experiencias personales y de intereses muy personales y subjetivos, lograr trascender esa burbuja del yo y de lo personal, y tratar de encontrar lenguajes universales que le puedan tocar a cualquier persona, sin importar su pasaporte. 

Ithaka, regreso a casa

((Tuve la oportunidad de asistir al preview de la exposición y logré escuchar que Erick había escogido hasta el color de la pared de la galería para sumergirnos todavía más en Ithaka))

¿De dónde nace la inspiración para este proyecto? y ¿cómo fue la producción y planeación detrás de la instalación? 

Pues Itaca es un lugar, existe realmente, pero es un lugar mitológico que me ha acompañado en varias partes de mi historia y de mi creación como artista. Es el lugar de regreso a casa, por excelencia, en términos literarios y poéticos. 

En Venecia trabajé con una familia de migrantes albaneses que huye de las condiciones políticas de su país y encuentra refugio en Italia, estableciéndose en el norte de Italia. Y esta familia de varios integrantes siempre, de alguna manera, querían regresar, metafóricamente, con una nostalgia terrible a esa tirana, que es la capital de Albania, que dejaron cuando eran tan jóvenes. Y me decían, ahora que podemos volver, ya que somos libres, esa tirana que dejamos atrás se ha perdido por siempre. 

Entonces, ahí retomé mi pasión por la Odisea, que como te decía, ha estado muy presente durante toda mi formación. Y para esta exposición empecé a jalar ciertas ideas poéticas y conceptuales del proyecto de Venecia con otros intereses alrededor de la memoria, de la nostalgia y de esta noción de regresar a casa y de saber que posiblemente se ha perdido por siempre. Entonces, todas las piezas que están aquí reunidas, en su mayoría son producción reciente, hechas exprofeso para la exposición y tocan distintos puntos o están inspirados en distintos pasajes de la Odisea y en otro escritor que también ha sido fundamental en mi historia, que es el escritor francés Marcel Proust y su novela En busca del tiempo perdido, que hace una referencia fundamental en mi vida. 

Hablando de la obra y de la migración y esta pérdida del hogar, ¿por qué es un factor tan importante para ti? ¿cómo se conecta contigo y cómo se refleja en tus obras? 

Creo que tiene una base en los orígenes de mi familia, principalmente de mi familia materna, que ha sido mucho más cercana en mi vida. Mis abuelos nacieron en Beirut y llegaron a la Ciudad de México por ahí de 1918 y ellos decidieron, o sus familias, cortar por completo con el Líbano. No hablaron nunca sobre el Líbano a sus hijos, no les enseñaron a hablar en árabe, no les contaron nada de su historia. 

Entonces fue como una especie de olvido voluntario, sin querer juzgarlos. Yo me imagino que fue una cuestión de supervivencia, de llegar a un nuevo país y tratar de adaptarse y querer que sus hijos se adapten lo mejor posible, como sucede con muchos procesos migratorios. Pero al mismo tiempo esto dejó una carencia afectiva en mi vida y en todas las reuniones familiares algo que me atraía ese fantasma del Líbano era la comida libanesa alrededor de la mesa. Y precisamente eso se volvió el núcleo central de mi proyecto en Venecia. Esta familia de Albania compartiendo sus sueños y sus memorias alrededor de una mesa y cuando los veo tuve como una sensación de ver un espejo hacia mi pasado, de tratar de encontrar a mi propia familia en una familia ajena y de ahí, por ejemplo, lo que te decía de querer buscar valores universales.

No importa si es mi familia o es una familia albanesa o africana, es la ceremonia o casi el ritual de estar con seres que son cercanos a ti compartiendo experiencias alrededor de un objeto llamado mesa”. 

Entonces de ahí viene como una búsqueda personal por mis orígenes. 

¿Qué mensaje te gustaría que la gente se quedara y cómo buscas dejar marca en las personas? 

Para mí siempre es muy importante que los mensajes lleguen a través de una experiencia estética. Siempre busco que las piezas conecten a través de sensaciones, de experiencias espaciales con los espectadores para poder transmitir los mensajes. Creo que el arte es un arma súper potente para poder hacer esto. 

Creo que hoy en día esta noción de casa se extrapola a un momento histórico y político muy fuerte y muy importante que estamos viviendo hoy en día desde las miles de familias que están regresando a buscar sus casas en Gaza y encuentran escombros, hasta las casas incineradas en California o las grandes amenazas de la administración norteamericana de deportar a tantos migrantes. 

Pienso en qué significa ahora para todas estas personas la idea de casa y deja de ser una noción meramente poética y se vuelve una realidad política. 

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