
Alex Cordobés se ha convertido en uno de esos nombres que no podemos pasar por alto. Las filas son largas, pero cada minuto vale la pena si eres fan de lo dulce. Si alguna vez has estado en Madrid, probablemente hayas probado sus creaciones o, al menos, hayas oído hablar de las tartas de queso. Por eso quisimos hablar con Alex sobre su universo: cómo comenzó todo y qué hay detrás de ese estilo tan característico que, sinceramente, nos tiene completamente obsesionados.
¿Qué te llevó a dedicarte a la pastelería de forma profesional?
La pasión por la pastelería viene de familia. Mi abuela, que es inglesa, hacía unas tartas de queso maravillosas, y fue con ellas con las que empezó todo. Empecé a probar, a experimentar, hasta que se convirtió casi en una obsesión: reinterpretar algo “de toda la vida” y transformarlo en algo icónico.
En 2019 dimos el primer paso con una idea tan simple como ambiciosa: hacer feliz a la gente con la mejor tarta de queso posible. Desde entonces, cada decisión —desde los ingredientes hasta el servicio— ha reforzado esa promesa y una forma de entender la excelencia con corazón.
¿Qué te inspira a experimentar con sabores?
Nos inspira el diálogo entre tradición e innovación con propósito. Buscamos ingredientes con identidad, aquellos que cuentan una historia propia, y los llevamos a nuestro lenguaje técnico y sensorial, todo ello con la tarta de queso como base. Actualmente contamos con 12 sabores de tartas de queso (dulce de leche, pistacho, limón, Lotus, Oreo, chocolate blanco, chocolate belga, …).
Por otro lado, experimentamos con sabores tradicionales, como la tarta de queso con Nutella que acabamos de lanzar, o sabores de temporada que vamos alternando, como frambuesa y rosas, guanábana y piña, café…
Nos gusta colaborar con marcas que inspiran, como Parmigiano Reggiano, donde lo auténtico y lo cremoso se unen en un sabor único. También hemos trabajado con Milkshakes, Mahou y Lola Casademunt, entre otros. Cada colaboración surge de una conexión real y de las ganas de crear nuevas experiencias a través del sabor.
¿Qué representa para ti el lujo en la pastelería?
El lujo no es ostentación: es coherencia. Es elegir lo mejor incluso cuando nadie nos ve, sostener la artesanía y la emoción con cada bocado. Exclusivo pero accesible. Preciso, pero humano. Así entendemos el lujo hoy.
¿Qué te obsesiona ahora mismo dentro de la cocina?
Yo diría que es la precisión que no se nota. Estándares de I+D, control térmico, homogeneidad de lote y cadenas de suministro que protejan la calidad sin diluir la personalidad del producto.
¿Cómo decides cuándo un sabor merece entrar en el universo de Álex Cordobés?
Pedimos tres cosas: que tenga identidad, que sea auténtico y que deje huella. Si no aporta a nuestra promesa —hacer feliz al cliente con la mejor tarta de queso—, no entra. Por eso las colaboraciones y ediciones limitadas pasan meses de pruebas antes de salir.
¿Qué opinas de que las tartas se han convertido en un fenómeno viral?
La viralidad es consecuencia, no objetivo. Nos alegra porque ha acercado la pastelería a nuevas generaciones, pero la vara de medir sigue siendo la misma: ¿es excelente hoy, mañana y dentro de seis meses? Nuestro compromiso es que el hype nunca vaya por delante del producto.
Si tuvieras que elegir una sola tarta como tu favorita, ¿cuál sería?
La favorita siempre es aquella que mejor resume nuestra filosofía en cada momento, respetando nuestra tarta de queso tradicional.
En 2025, por ejemplo, me quedaría con varias. Una es la edición con Parmigiano Reggiano: un puente honesto entre dos culturas culinarias y una lección de equilibrio entre intensidad y cremosidad. Es una tarta que explica quiénes somos hoy. También destacaría la tarta de Nutella, que representa la otra cara de nuestra esencia: la emoción, la nostalgia, ese placer inmediato que conecta con la memoria de muchas personas. Nos gusta explorar ese diálogo entre lo clásico y lo moderno, entre la emoción y la técnica.
¿Cómo nació la colaboración con Los 33?
De una visita, un flechazo y muchas pruebas. Probamos su flan de mascarpone con dulce de leche —un icono de la casa— y pensamos: “Álex pone la tarta, y ellos ponen el humo”. Así nació un postre efímero: nuestra base de tarta terminada en sala con un chantillí ahumado, disponible solo un mes y en 33 unidades al día, para celebrar el encuentro entre dos ADN muy claros.
Mirando hacia adelante, ¿qué podemos esperar de Álex Cordobés en nuevos sabores o colaboraciones?
Más verdad y más rigor. Seguirán las ediciones limitadas que cuenten algo de nosotros y de nuestros compañeros de viaje, donde el sabor y la textura —con esa cremosidad que nos caracteriza— sean los protagonistas. Continuaremos eligiendo colaboraciones que sumen técnica, territorio e identidad. Innovaremos siempre con propósito: sorprender sin perder esencia.
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