Con una ovación de pie que resultó más que merecida luego de haber interpretado un unipersonal sumamente demandante, con múltiples personajes y por cerca de dos horas, durante el estreno de Cruise, Alejandro Speitzer demostró ser un grande de la interpretación al hacer suyo cada rincón del escenario y cautivarnos paso a paso.
El regreso de Alejandro Speitzer al teatro
Habían pasado más de cinco años desde la última vez que Alejandro Speitzer estuvo sobre el escenario en una temporada de teatro; tiempo en el que lo hemos visto interpretar todo tipo de personajes en el cine y la televisión, sin embargo, su regreso a las tablas deja al descubierto que aquella es su gran pasión.
Con una puesta que nos sitúa en un Londres de la década de 1980, Cruise, de Jack Holden, narra la historia de un joven que vive con VIH en aquella época. Y aunque la historia podría resultar un tanto lejana tanto por el lugar de origen como por los años que han pasado desde entonces, lo cierto es que no está para nada alejada de la actualidad así como de los comportamientos de la comunidad. No obstante, la historia retrata y dignifica la vida de personas que no solo se dedicaron a sobrevivir en una época compleja, sino que prosperaron y lucharon por los derechos de quienes vendríamos después.
El hombre de las mil caras
A la fecha son cientos de personajes los que Alejandro Speitzer ha encarnado, pero nunca imaginé verlo por cerca de dos horas dando vida a tantos como pudo contar en una sola historia. Y lo cierto es que perdí la cuenta, sin embargo podría asegurar que son más de 10 los que interpreta en Cruise, y gracias a los cuales deja al descubierto no solo un gran talento, sino una versatilidad inigualable y, ante todo, la sensación de sentirse tan cómodo y seguro en cualquier piel y personaje que habite. El juego de voces, la corporalidad y la personalidad que consigue darle a cada una de estas historias es simplemente perfecta. Asimismo, verlo apropiarse de cada rincón del escenario y disfrutando de cada paso que da sobre el mismo, consigue mantenernos al filo del asiento sin querer perder un solo detalle de lo que allí está sucediendo.
Cruise, una historia universal
Sí, Cruise habla del VIH y deja al descubierto comportamientos comunes de la comunidad aun en la actualidad, pero la realidad es que la historia va más allá. Esta expone la lucha por la libertad y por dignificar a aquellos que a lo largo de la historia han sido señalados, segregados y violentados. Aquellos quienes han puesto su vida en riesgo simplemente por querer ser libres. Cruise es una historia que honra la lucha de una generación que por primera vez experimento la libertad.
Un teatro de calidad
Más allá de la interpretación que Alejandro Speitzer nos otorga, Cruise cuenta con grandes talentos detrás de escena que complementan a la perfección a esta puesta.
Bajo la dirección de Alonso Iñiguez, con un gran movimiento escénico de Mauricio Rico y una iluminación a cargo de Matias Cordero que resulta más que una obra maestra, Cruise se llena de detalles como el juego de luces, la escenografía y la música que resultan fundamentales y se roban miradas en cada escena.
De vuelta al inicio del texto y al fin de la puesta
Las luces del escenario se apagaron al tiempo que llegaron los aplausos y gritos de emoción por la interpretación que Alejandro Speitzer nos brindó durante el estreno de Cruise. Fue entonces que sentí la necesidad de ver mi reloj y me di cuenta de que habían pasado cerca de dos horas en las que el actor me había tenido al filo del asiento disfrutando de cada momento. Recuerdo platicar con gente a la salida del teatro y confesarles que aquella interpretación me había dejado sin palabras. Y es que sí, el trabajo realizado por parte de la producción de Cruise es digno de toda ovación, así como la interpretación de Speitzer es merecedora de toda felicitación.
Cruise se presenta de viernes a domingo en el Teatro Milan de la Ciudad de México
