Lucía Caraballo revela cómo se preparó para interpretar a Úxía en Animal, su conexión con el personaje, los desafíos del acento gallego y las mejores anécdotas del rodaje en Galicia.
Fotos: NETFLIX

¿Cómo llegó el papel de Úxía a ti?
“Animal” llegó a mí como un casting para un piloto de serie en un momento en el que tenía muchísima carga de trabajo. De hecho, estaba prácticamente sin dormir porque compaginaba el rodaje de dos series: una se grababa de día en Madrid y la otra de noche en Venidor. Dormía en el tren y me duchaba en el camerino del set de Madrid. Para el casting improvisé un poco la escena y, al poco tiempo, mi representante me llamó para decirme que me habían escogido para el piloto. La serie es un coprotagonista con Luis Zahera, dirigida por Víctor García León, lo cual me hizo muchísima ilusión. Nos fuimos a grabar a Galicia y Netflix la compró.
Para prepararme, me cogí un coach para el acento, Fede Rey, un lingüista y actor gallego que me ayudó muchísimo a darle autenticidad al personaje.
¿Te sientes identificada con tu personaje?
Úxía está basada en gran parte en mí. Víctor nos conoció antes de escribir la serie, y tomó cosas de mi personalidad para regalárselas a Úxía. Ha sido un proceso muy auténtico: desde el principio trabajamos como un trípode artístico entre Víctor, Luis y yo. Úxía se parece muchísimo a mí, sobre todo en ese momento vital en el que yo estaba, que no era mi mejor momento.
En el primer capítulo, la vida de Úxía se desmorona con la entrada del personaje de Antón, y a lo largo de la serie vive un proceso de validación y de darse cuenta del valor que tiene, de su capacidad de superación y de creer en ella misma. Por ejemplo, una cosa que Víctor cogió de mí para Úxía es que adopto gatos callejeros enfermos, intentando darles un final digno y lleno de amor

¿Qué fue lo más difícil de hacer este personaje?
Estar fuera de casa. Fue el mayor reto, pero también un regalo. Me fui a Galicia el 25 de diciembre y no volví a Madrid durante los cuatro meses que duró el rodaje. Me sumergí completamente en el acento, la cultura y la forma de vivir gallega. Fue un cambio de aire total: llegas siendo un papel en blanco, nadie te conoce y te puedes reconstruir desde cero, sin luchar contra prejuicios o roles ya definidos.
¿Cuál es tu anécdota favorita en el set?
Íbamos con la furgoneta, un Land Rover del personaje de Antón, rodando una secuencia nocturna en carreteras de montaña. Estábamos discutiendo mientras Luis conducía de verdad y llevábamos la cámara pegada al coche. En un momento, abrí los ojos y me quedé callada: Luis dio un volantazo y casi nos vamos directos al vacío. Cuando bajamos del coche, fue un susto enorme, y entre risas tuvimos que replantear cómo rodar la secuencia sin repetir ese peligro.
¿Cuál ha sido el papel en el que más te has transformado?
Creo que Úxía. La simbiosis que hicimos fue muy fuerte: me sobreidentifiqué con ella. Aunque mis amigos me dicen que no me parezco nada, para mí fue un personaje en el que realmente sentí que éramos iguales.
Si pudieras hablar con la Lucía que iniciaba su carrera, ¿qué le dirías?
Le diría que no dude tanto de sí misma, que no tenga miedo ni timidez, que ocupe su espacio, que cometa los errores que tenga que cometer y que nada es tan importante. Tiempo al tiempo, todo llega.
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