En el centenario de la LMB, se construye un legado de identidad y de unión en la CDMX con el Bicampeonato de los Diablos.

Historia centenaria
Este 2025 la Liga Mexicana de Baseball (LMB por sus siglas) celebra su centenario, un centenario que ha enfrentado grandes retos y que ha dado al país grandes momentos y glorias para el deporte nacional. Pensar en 100 años es retroceder en el tiempo y ubicarnos en 1925, en un México totalmente diferente, era una nación en reconstrucción recién pacificada después de la Revolución Mexicana, era un país que se abría a la modernidad de la mano del presidente Plutarco Elías Calles y donde un sentimiento de identidad nacional imperaba para reconciliarnos como prójimos. Es en este marco donde el 28 de junio (en el Parque Franco Inglés) se jugó el primer partido de la liga entre El México y El Agrario. En este siglo de pelota mexicana, grandes mitos y leyendas se han escrito para las bitácoras de la inmortalidad.

El sueño de un hombre
En las gradas de los parques, es común escuchar las anécdotas, las grandes hazañas dentro y fuera del diamante. Siempre existirá el recuerdo del juego inexistente narrado por Pedro “el Mago” Septién, el Homerun de Al Pinkston que cruzó el Viaducto, el juego perfecto de Ramiro Cuevas,por nombrar solo algunos, pero ninguna frase era tan repetida por los aficionados como: “En los tiempos de Pasquel…” Jorge Pasquel fue un empresario veracruzano y presidente de la LMB, así como dueño del Azul de Veracruz y del Parque Delta. Marco una era en la pelota nacional al desafiar su época y a la Major League Baseball; en plena segregación en Estados Unidos (donde existía una liga exclusiva para los beisbolistas de color) Jorge Pasquel impulsó la unión racial en el deporte, reclutando estrellas de la “Liga Negra” como Josh Gibson y Cool Papa Bell, yfiguras de las Ligas Mayores como Mickey Owen y Max Lanier. Fue el hombre que en la década de 1940 tuvo el sueño de un deporte sin barrearas raciales, culturales o nacionales; y ese sueño lo puso en práctica en la LMB. La gran herencia de Pasquel: no fueron los años dorados para el baseball mexicano, fue la unión del hombre sin distingo de raza. En los tiempos de Pasquel: se vivió un sueño de libertad.

Momentos turbulentos
El baseball en México ha tenido momentos de popularidad, de gran interés, de oscuridad, de regionalización y de gloria;encuentra a su representante idóneo en la leyenda de Fernando “el Toro” Valenzuela. Mas, con el impulso mediático al fútbol, la afición al rey de los deportes fue disminuyendo con el pasar de los años, la CDMX no ha sido ajena a este efecto, donde cada día se vendían menos boletos, donde el mítico Parque del Seguro Social (antes Parque Delta) fue demolido junto con los recuerdos de los tiempos de Pasquel, obligando a los equipos de la capital (Diablos Rojos del México y Tigres Capitalinos) a migrar al Foro Sol, en un estadio improvisado, en el cual, el juego no se veía bien. En el 2002 -en busca de mejor taquilla- los Tigres deciden mudarse a Puebla, para después ir a radicar a Quintana Roo, la otrora Guerra Civil había terminado, dejando a los Diablos Rojos como único equipo de la Ciudad de México. En 2014 con el anuncio del regreso de la F1, los Diablos tuvieron que buscar refugio en el pequeño estadio de la Magdalena Mixiuhca: el Fray Nano, y aunque siempre ha existido afición al baseball, pareciera que ese era el último clavo para sepultar la pelota en la CDMX.

Un diablo muy importante
En 1994 Alfredo Harp Helú se convirtió en el Presidente del Consejo de Administración de la novena capitalina. Siempre apasionado del juego de pelota, le toco vivir desde pequeño las grandes proezas del deporte y su deseo, desde hace 31 años, es difundir y promover el Baseball en la Ciudad de México y en todo el territorio nacional. Le ha tocado soportar las mudanzas continuas de inmuebles, el abandono del acérrimo rival, el poco interés de la prensa. Sin embargo, también ha logrado un sin número de campeonatos, siempre con su equipo en instancias relevantes, ha procurado al Rey de los Deportes con el más apasionado mimo y eso lo ha convertido en una de las figuras más relevantes del deporte mexicano. En 2017, tras varios años de negociación, se da inicio a uno de sus proyectos más notables, la construcción de un parque de pelota para sus amados Diablos Rojos, quienes en ese momento se encontraban exiliados en el Fray Nano. En 2019 se inaugura el Estadio Alfredo Harp Helú, hecho que pareciera desatar un nuevo frenesí por el baseball en la Ciudad de México. Por fin, uno de los equipos con más tradición del país, tenia una casa digna, un centro de reunión para gritar “Play Ball”.

El gran legado
En este 2025, se conmemora un centenario de la LMB y los Diablos Rojos del México lograron coronarse Bicampeones, es quizá una nueva era dorada del baseball mexicano con la Novena Escarlata comandando la revolución en los diamantes del país. Nuevas gestas se han fraguado: los 19 chocolates de Trevor Baur, los .431 de porcentaje de bateo de Robinson Canó, el fildeo impecable de Julián Ornelas, el liderazgo del Haper Gamboa; se unen a grandes nombres como los de Ramón Arano, Diablo Montoya, Nelson Barrera, Paquin Estrada, Dani Fernández, etcétera. Muchos podrían decir que este es el legado de Alfredo Harp Helú, sin embargo, su legado es más profundo y más significativo. En junio de 2021, un mapa electoral, mostraba una CDMX dividida, una división más profunda que una simple preferencia política, una división que parecía segmentar en grupos a sus habitantes. Pero hoy, gracias al deporte, esas diferencias parecieran disminuir. En las gradas del nuevo parque se puede ver una diversidad significativa de personas gritando y festejando en unanimidad a los Diablos Rojos del México, demostrando que el deporte no es de clases sociales, de niveles educativos, ni mucho menos de política. El gran legado de Alfredo Harp Helú, junto con su hijo Santiago y toda su familia, es darle a la CDMX un símbolo de identidad, de unión y de reconocimiento sin rencillas ni prejuicios. Hoy en la Ciudad de México es común ver a la gente con gorra o con jersey de los pingos sin miedo a la confrontación o a la burla. Hoy la Ciudad de México no es de izquierdas ni de derechas; no es auriazul, ni celeste, ni azulcrema. Hoy la Ciudad de México es escarlata y ese es el gran legado de Alfredo Harp Helú, y sin duda alguna, con el pasar de los años, en las gradas de los parques se escucharáentre platicas decir: “En los tiempos de Harp”.