Mientras el Papa Francisco continúa marcando el rumbo con una visión pastoral, global y reformista, la mirada de Roma —y del mundo— comienza a posarse sobre sus posibles sucesores. ¿Quién podrá continuar, matizar o incluso transformar su legado?
Uno de los nombres más fuertes es Luis Antonio Tagle, cardenal filipino y actual prefecto del Dicasterio para la Evangelización. De espíritu afable y carisma natural, Tagle representa una Iglesia con rostro asiático, humilde y misionero. Su cercanía al Papa y su sensibilidad social lo colocan como favorito entre los sectores progresistas.

Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, encarna la diplomacia pura: reservado, experimentado, hábil negociador. Representaría una transición más moderada y controlada, ideal para estabilizar tensiones internas tras años de reformas profundas.

En la lista también aparece Peter Turkson, ghanés, ex prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. Su elección haría historia como el primer Papa africano en siglos, pero también por su enfoque en justicia social y medioambiental, en sintonía con la encíclica Laudato Si’.

Por último, Sean O’Malley, arzobispo de Boston, se ha ganado respeto global por su combate contra los abusos dentro de la Iglesia. Es una figura de autoridad moral, aunque menos mediática.

El próximo cónclave no solo elegirá a un hombre: elegirá el rumbo espiritual, político y cultural de una Iglesia en plena encrucijada.
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