A un año del Mundial 2026, Rafa Márquez se prepara para vivir la Copa del Mundo desde el banquillo técnico. Pero el liderazgo, el compromiso y la entrega que lo convirtieron en leyenda siguen intactos. En esta conversación íntima con The Editorial México, habla de su legado, de lo que representa este nuevo rol y del anhelo colectivo de que México vuelva a soñar en grande.
Por: María del Mar Barrientos Tamariz
Fotos: Cortesía Volvo
Hay figuras que trascienden su época. Que no solo hicieron historia, sino que siguen moldeándola. Rafael Márquez es una de ellas. Fue capitán de la selección mexicana en cinco Copas del Mundo, una hazaña que comparte con mitos como Buffon, Messi y Cristiano. Ganó la Champions League con el Barcelona de Ronaldinho y Messi, levantó trofeos en Europa y América, y se convirtió en símbolo de jerarquía, técnica y temple. Pero lo que lo mantiene vigente no es solo su currículum: es su convicción.
Hoy, a un año del Mundial 2026, Rafa vuelve a representar a México, ahora desde el banquillo, como parte del cuerpo técnico. “Estoy muy emocionado. Regresar a un Mundial, ahora de otra manera, me ilusiona mucho”, dice. “Quiero aportar mi experiencia y ayudar a conseguir cosas importantes. No vine a rellenar espacio, vine a trabajar con todo”.
Actualmente forma parte del equipo de Javier Aguirre, otro emblema del fútbol nacional. La mancuerna ha sido, según Márquez, una experiencia transformadora: “Javier ha sido el mejor técnico mexicano. Aprender de su personalidad, de cómo gestiona un grupo, de su forma de ver el fútbol, ha sido como hacer un máster. Todo lo que me está enseñando me va a ayudar el día de mañana”.

El Mundial que vuelve a casa
México será, por tercera vez en su historia, sede de una Copa del Mundo. Y aunque los estadios serán más modernos, las camisetas nuevas y el himno interpretado por nuevas voces, el espíritu es el mismo: emoción pura. “Va a ser una fiesta. Ojalá venga con muchos triunfos. Todos queremos eso. Que el Mundial sea un motivo de orgullo, de alegría, de unidad”, dice Márquez con una mezcla de deseo y responsabilidad.
Para él, el reto no es menor. “Ahora ya no estás en la cancha y eso genera otro tipo de nervios. Como jugador, te desconectas en cuanto pita el árbitro. Pero desde fuera, tienes que confiar en el trabajo hecho durante la semana. Es otro tipo de presión, pero igual de intensa”.

El legado de un referente
A Rafa Márquez lo admiran niños, jóvenes, adultos y veteranos. Porque ha sido constante. Porque ha ganado, ha perdido, ha madurado. Porque no ha dejado de evolucionar. Y porque nunca ha vendido humo. “Siempre intenté dar mi mejor versión. Como jugador y ahora como entrenador. Si voy a hacer algo, lo tengo que hacer bien. Ese fue un consejo que me dio mi papá desde muy joven: ‘Las cosas a medias no valen nada’”.
El momento que más atesora de su carrera es claro: “Haber ganado la Champions. Es un trofeo que pocos logran. Fue la recompensa de todo lo que trabajé. De haber creído en mí cuando quizás otros no lo hacían”.
Ahora, su meta es distinta, pero igual de ambiciosa: formar nuevas generaciones. “Hay mucho talento en México, pero también mucho por trabajar. Mi objetivo es que los jóvenes tengan mejores herramientas, mejores conceptos. Que crezcan bien, no solo como jugadores, sino como personas”.

Los valores que intenta transmitir los tiene bien definidos:
“Disciplina, porque sin ella no hay superación. Responsabilidad, para dar siempre lo mejor. Y humildad, para nunca perder el piso, ganes o pierdas”.

Un estilo de vida
A sus 45 años, Márquez sigue siendo un ejemplo físico y mental. Entrena al menos tres veces por semana, cuida su alimentación —gracias también a su esposa, “que es muy disciplinada y me ayuda mucho”— y practica el estoicismo. “Intento trabajar con lo que está en mis manos. Lo que no puedo controlar, lo dejo fluir. Me adapto a las circunstancias y trato de hacer mi mejor reacción”.
También cuida su estilo, aunque en eso, admite con una sonrisa, tiene ayuda externa: “Mi esposa me escoge la mayoría de la ropa. Y confío plenamente en ella, porque tiene un gusto increíble. Yo feliz de seguirle el paso”.

Inspiración que nace en casa
Más allá del fútbol, lo que lo mueve es claro: su familia. “Es lo que más me inspira. Son mi motor. Pero también me inspira poder dejar un legado, ser un ejemplo para los demás. No solo para los que quieren ser futbolistas, sino para los que tienen un sueño grande”.
A los niños y jóvenes que lo ven como un modelo a seguir, les deja este mensaje: “Los sueños no se consiguen fácil. Hay que trabajar, hacer sacrificios, ser honestos, disciplinados. Pero cuando tienes pasión y dedicación, los resultados llegan. Tarde o temprano, llegan”.

Capitán para siempre
Rafa Márquez no necesita la cinta de capitán para ejercer liderazgo. Su figura impone, pero no desde la soberbia, sino desde la coherencia. Sus palabras son las de alguien que ya lo vio todo, pero que aún cree que lo mejor está por venir.
“El fútbol me dio mucho. Ahora quiero regresarle algo. Estoy aquí para formar, para inspirar, para ayudar”.
El Mundial 2026 será un momento histórico para México. Y aunque habrá nuevas figuras en la cancha, nuevas historias por escribir, una cosa es segura: Rafa Márquez estará ahí. Guiando, enseñando, soñando. Como siempre. Como nunca. Como el capitán que, en realidad, nunca se fue.