Pagina de inicio The Royals Los Pahlavi: el último resplandor de una corona iraní
The Royals

Los Pahlavi: el último resplandor de una corona iraní

7

Antes de que la revolución los borrara del mapa político, fueron la familia imperial más sofisticada del Medio Oriente: entre fiestas en Persépolis, vestidos Dior y discursos de modernidad, intentaron tender un puente imposible entre Oriente y Occidente. Hoy, entre tragedias, exilio y alianzas inesperadas, su memoria vuelve a relucir.

En estos días en que el mundo observa con inquietud los vientos de guerra que soplan desde Oriente Medio, resulta inevitable volver la mirada a lo que alguna vez fue una de las monarquías más poderosas y contradictorias del siglo XX: la dinastía Pahlavi. Un linaje que intentó modernizar Irán con el brillo del Occidente y la nostalgia de Persia, pero que terminó desvanecido en el exilio, convertido en leyenda y melancolía.

UN TRONO DORADO ENTRE DOS MUNDOS

El último Shah de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, fue una figura compleja: visionario para unos, tirano para otros, reformista y absolutista en proporciones difíciles de conciliar. Ascendió al trono en 1941 tras la abdicación forzada de su padre, Reza Shah, bajo presión de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Con el respaldo de Estados Unidos y el Reino Unido, el joven monarca impulsó una agenda modernizadora: alfabetización, voto femenino, control natal, e incluso una monumental reforma agraria.

Pero todo aquello vino acompañado de represión, censura, culto a la personalidad y una brecha creciente entre la élite occidentalizada y un pueblo profundamente religioso. La inconformidad popular, agravada por el autoritarismo de la temida SAVAK (la policía secreta), la desigualdad social y la imposición cultural, desembocó en la Revolución Islámica de 1979, liderada por el ayatolá Jomeini. Así, la monarquía iraní cayó estrepitosamente y la familia Pahlavi fue obligada a abandonar su patria.

EL LARGO CAMINO DEL EXILIO

El 16 de enero de 1979, el Shah y su esposa, la emperatriz Farah Diba, partieron de Teherán en un avión con destino desconocido. Durante casi dos años vagaron por el mundo: Egipto, Marruecos, Bahamas, Panamá, Estados Unidos, y brevemente, México, país que les abrió sus puertas en medio de una creciente presión internacional. Fue el presidente José López Portillo quien, en un gesto controversial y generoso, les ofreció asilo. Durante su estancia vivieron en una casa en Cuernavaca, Morelos, lejos del esplendor de los palacios de Niavarán, pero aún rodeados de escoltas y rumores.

Curiosamente, la madre del Shah, Tadj ol-Molouk, también murió en el exilio, en Acapulco, México, en 1982, cerrando un ciclo familiar que había comenzado con el ascenso meteórico del primer Pahlavi desde la nada hasta fundar una dinastía.

Mohammad Reza Pahlavi murió en El Cairo, en julio de 1980, tras años de luchar contra un cáncer linfático. El presidente egipcio Anwar el-Sadat, su amigo personal, le ofreció sepultura en la mezquita Al Rifa’i, donde hoy reposan sus restos junto a otros monarcas depuestos del mundo árabe.

TRES MUJERES, TRES HISTORIAS DE AMOR

En la historia íntima del Shah resplandecen también tres nombres femeninos que lo acompañaron en diferentes etapas de su vida.

Su primera esposa fue la bellísima Fawzia de Egipto, hermana del rey Farouk. La unión de ambos parecía sellar una alianza entre dos tronos árabes, pero el matrimonio no prosperó: Fawzia nunca se adaptó a la vida en Irán y regresó a El Cairo en 1945, divorciándose oficialmente en 1948.

La segunda fue la inolvidable Soraya Esfandiary-Bakhtiari, de madre alemana y padre persa. Ella fue el gran amor del Shah, pero también su tragedia. Su infertilidad provocó una dolorosa separación en 1958, ya que el país exigía un heredero varón. Soraya se exilió en Europa, donde vivió entre el glamour y la melancolía, sin volver a casarse nunca. Fue actriz, escritora y musa de fotógrafos, convertida en mito por la prensa internacional.

Finalmente, llegó Farah Diba, joven arquitecta educada en París, que se convirtió no solo en esposa del Shah, sino en la primera mujer coronada emperatriz de Irán. Con ella tuvo cuatro hijos, entre ellos el príncipe heredero Reza Pahlavi, hoy la voz más visible de la familia en el exilio. Farah fue una figura activa en la vida cultural y social iraní, impulsando museos, universidades y derechos femeninos. Desde la caída del trono ha vivido entre Estados Unidos y Europa, y continúa siendo un símbolo de dignidad y memoria para la diáspora persa.

UN LEGADO MARCADO POR LA TRAGEDIA

La familia Pahlavi no ha sido ajena a las tragedias. Además de la pérdida del Shah, Farah Diba ha enfrentado la muerte de dos de sus hijos en circunstancias dolorosas. Su hija menor, la princesa Leila, fue hallada muerta en un hotel de Londres en 2001, tras años de luchar contra la depresión y trastornos alimenticios. Su segundo hijo varón, Ali Reza Pahlavi, se quitó la vida en 2011 en su departamento de Boston, devastado emocionalmente por el exilio y la pérdida de su hermana. Estas muertes marcaron profundamente a la emperatriz, que ha hablado en diversas ocasiones del peso silencioso que toda madre lleva, incluso cuando ha sido emperatriz.

EL PRÍNCIPE HEREDERO Y UNA NUEVA GENERACIÓN

Hoy, Reza Pahlavi, nacido en 1960 y formado en Estados Unidos, representa la figura del monarca constitucional en el exilio. A pesar de no reclamar formalmente el trono, ha defendido una transición democrática para Irán, basada en los derechos humanos y el laicismo. No milita por la restauración monárquica per se, pero conserva su título como símbolo de unidad para los opositores al régimen actual.

Recientemente, la familia volvió a los titulares cuando su hija, la princesa Iman Pahlavi, anunció su matrimonio en París con Bradley Sherman, un joven empresario de origen judío. El anuncio resonó en medios internacionales no solo por el carácter íntimo del enlace, sino por lo que representa simbólicamente: una nueva generación de sangre real nacida en el exilio, formando alianzas libres, lejos del peso de la política, pero no del legado. Para algunos, el matrimonio fue motivo de celebración; para otros, un gesto controversial dentro de una diáspora aún dividida entre el recuerdo y la esperanza.

¿Y SI LA HISTORIA HUBIERA SIDO DISTINTA?

La historia de los Pahlavi es, en muchos sentidos, una elegía. Un relato de esplendor y caída, de ideales modernizadores enfrentados al arraigo religioso y cultural, de una realeza que quiso ser puente entre el Oriente milenario y el Occidente industrial, pero terminó siendo exiliada, dispersa por el mundo.

¿Habría sido diferente el destino de Irán si el Shah hubiese cedido poder a tiempo, si la revolución hubiese sido negociada, si las reformas hubiesen incluido al alma del pueblo y no solo su superficie? Nadie lo sabe. Pero lo cierto es que, en medio de un presente convulso, el recuerdo de la dinastía Pahlavi emerge como un espejo de lo que fue y de lo que pudo haber sido.