Jonathan Anderson lo vuelve a hacer— ¿Y cuándo no?— Pero esta vez no solo nos presenta una colección: nos invita a entrar en su mundo. La propuesta Resort 2026 de JW Anderson no se parece a ninguna otra. Más que ropa, es una especie de “gabinete de curiosidades”. Un espacio íntimo, artesanal, emocional. Un archivo vivo donde cada prenda, cada objeto, cada imagen, tiene algo que decir.
Hay algo profundamente admirable en cómo ha sabido dividir su energía creativa entre una maison histórica como Dior— En la cual, recientemente fue designado el título de Director Creativo— y su propio sello personal. Esta colección lo reafirma como uno de los diseñadores más versátiles del momento

Twisted Classics
Anderson no está, y nunca estuvo interesado en tendencias vacías. Su nuevo enfoque —más curatorial que comercial— gira en torno a los “twisted classics”: piezas reconocibles pero deformadas con intención, con historia. Camisas de lino irlandés, chamarras de lana escocesa, denim japonés… todo trabajado con técnicas tradicionales y un respeto profundo por el origen de cada material.
El resultado es algo que se siente honesto. Familiar, pero con un twist. Lujo que no busca impresionar, sino conectar, busca permanecer.

Bye Bye Runways
En lugar de un desfile, la colección se presentó a través de un lookbook protagonizado por amigos del diseñador: Joe Alwyn, Luca Guadagnino, Alison Oliver, Ben Whishaw… No modelos. Personas— Aunque la mayoría parezcan modelos— La idea es clara: esto no es para el show, es para la vida real.
Jonathan ha incluso dicho que, para él, ahora “la tienda es el show”. Y con razón. Las nuevas boutiques de JW Anderson están diseñadas como espacios envolventes —casi museos— donde conviven moda, arte, objetos y diseño. Una experiencia sensorial donde puedes encontrar desde un suéter de cashmere hasta cerámica de Akiko Hirai, cristalería de Murano, incluso té con sabor a café de Postcard Teas y reediciones de muebles de Charles Rennie Mackintosh.

JW Anderson 2.0: Curated Lifestyle
El rebrand de la marca es evidente. Ya no se trata solo de vestir. Se trata de habitar un universo. Comprar menos, pero mejor. Rodearse de cosas que importan, que cuentan algo. De objetos, prendas y muebles que se sientan realmente tuyos. Que habites. El lujo aquí no es precio, es emoción.
Anderson está hablando con una nueva generación: una que valora lo artesanal, lo personal, lo que tiene alma. Y lo hace con una propuesta inteligente, honesta, hermosa. Personalmente puedo decir que esta campaña me atravesó y de todas las campañas que han existido en esta industria, esta, by far, se ha convertido en mi favorita.
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